Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
somos doscientos mil

Calle Larga sin remedio

IDELFONSO CÁCERES
Actualizado:

Como jerezano de pro que me gusta considerarme, la mayoría de sábados me acerco al centro de la ciudad, paseo por calle Larga, tomo un buen café de manos de mi amigo Miguel e incluso me acerco a la plaza, por ver si las huevas están más asequibles, las acedías son auténticamente de Sanlúcar o los chocos están frescos como recién salidos del mar.

Ayer sábado, fiel a la tradición, fui a la calle Larga por la que hacía tiempo no paseaba, pues entre la feria, algún que otro viaje de fin de semana, varias Primeras Comuniones y demás, mis escarceos por el centro de la ciudad se habían distanciado notablemente.

Si quieren que les sea sincero, y debo serlo, mi primera impresión es que el centro de la ciudad se está yendo al garete y, en ello, debo darles la razón a las distintas asociaciones de comerciantes que existen en la ciudad. Acceder al centro con el vehículo propio es de locos, aunque resulta la única manera coherente de hacerlo cuando somos varios los que vamos juntos, pues viajar en transporte público simplemente roza el suicidio. Unan al estado avejentado de nuestros autobuses urbanos, los aires acondicionados averiados, las ventanillas impracticables, y la cantidad de vueltas que han de dar las criaturas con tanta peatonalización de las narices y comprenderán la necesidad de utilizar el coche propio.

Pero ahí la odisea no hace más que comenzar. Tras lograr acceder al centro por calles congestionadas, llenas de baches y dando cientos de rodeos (llegar al centro es similar a una gymkana), uno debe enfrascarse en la operación de aparcar al vehículo que, en mi caso, y tras dar varias vueltas por las zonas aledañas, me llevó finalmente a dejarlo en uno de los estacionamientos subterráneos con que cuenta la ciudad.

Con el coche a buen recaudo (ya luego les diré qué vale la broma), por fin en la calle Larga pensé en la porquería de impresión que ofrece nuestra principal arteria. Desde las 10 de la noche del viernes 2 de abril, Viernes Santo por más señas (han pasado más de dos meses), último día en que pasó una procesión por dicha calle, nadie ha retirado la cera del suelo lo cual, con el calor, no sólo provoca que la calle esté más resbaladiza o huela mal, sino que además da una imagen descuidada de nuestra calle señera, agravada por el estado de suciedad y abandono que presenta la misma que, temo, es tónica habitual en toda la ciudad.

A ello añadan el calor, todo el del mundo. Cuando el sol cae a plomo sobre Jerez la subida del termómetro es inevitable, lo que lleva a preguntarse ¿dónde quedaron las iniciativas para entoldar la citada calle?

Y puestos a repartir responsabilidades, que hasta ahora sólo atañen al Ayuntamiento (al que compete el estado de suciedad o el transporte público) y a la Unión de Hermandades (que, con lo que recauda con los palcos debería asumir la limpieza de aquello que la Semana Santa ensucia), permítanme también decirles que el comercio del centro de Jerez, le pese a quien le pese, es malo de pecado. Quiten las tiendas que pertenecen a las grandes cadenas de moda (Mango, Zara, Sfera…) quiten las que funcionan en régimen de franquicia, principalmente telefonía móvil y, apartando los chinos ¿Cuál es el centro comercial abierto del que tanto queremos presumir?

Así que tras dar varias vueltas, tomar café (único momento agradable del día), no comprar nada, pelearme en un comercio con un dependiente niñato que se empecinaba en tutearme despóticamente y pasar mucho calor, al fin regresé a retirar mi vehículo del estacionamiento donde ya me llevé la sorpresa final: por 1 hora y 56 minutos me cascaron directamente 3,65 €. Más de 600 de nuestras antiguas pesetas por menos de dos horas de estacionamiento, lo que se dice un autentico robo.

Así que el próximo sábado, y que me perdone Miguel pues el café no será tan bueno, me iré a pasear por Área Sur o por Ikea, donde no tengo que dar rodeos para llegar, aparco sin dificultades y sin pagar un euro, estoy fresquito y además los dependientes aún se dirigen con educación. Lamentablemente las diferencias saltan más que nunca a la vista…