El Papa topa con la crispación religiosa
Benedicto XVI predica el diálogo en Chipre, pero es plantado en la comida por cinco popes ortodoxos y luego por el líder musulmán turco
NICOSIA. Actualizado: GuardarBenedicto XVI siguió ayer predicando amor y paciencia ante los problemas políticos y religiosos en Chipre, extensibles a Oriente Próximo, pero él mismo tuvo que practicar estas virtudes al topar con las tensiones características del lugar. La isla está dividida en dos desde la invasión turca de 1974, con una parte otomana al norte y otra de origen griego, el estado de Chipre miembro de la UE. Además de escuchar nuevas reclamaciones políticas del presidente, Demetris Christofias, que exige la retirada turca, y la petición de ayuda de los católicos maronitas para poder volver a sus pueblos, que han quedado en la franja norte, el Papa sufrió dos llamativos plantones, uno de ortodoxos y otro de musulmanes.
Uno de los objetivos de Benedicto XVI, en su primera visita a un país de mayoría ortodoxa, es trabajar por la unidad de los cristianos, pero cinco de los 17 popes del sínodo local no acudieron a la comida ofrecida por el arzobispo de Chipre, Chrysostomos II. Mil años después del cisma por alambicadas cuestiones teológicas, aún le consideran un «hereje». El arzobispo, muy implicado en el diálogo con los católicos, les había amenazado con expulsarles del sínodo si boicoteaban la visita, pero ha dado igual. Y esto ocurre con Benedicto XVI, que a diferencia de Juan Pablo II goza de alta consideración en el mundo ortodoxo, pues defiende un regreso a la tradición con el que sintonizan. En este sentido, el acercamiento en busca de la utópica visita del Papa a Rusia ha dado algunos pasos.
Ratzinger había quedado luego, en un acto insertado a última hora al margen del programa oficial, con el líder musulmán de la parte turca, el muftí Yusuf Suicmez. Sin embargo, no se presentó. Suicmez, jefe del departamento de asuntos religiosos de la autoproclamada república del norte de la isla, sólo reconocida por Ankara, se quejaba hace unos días de que había invitado al Papa a visitar el otro lado de la 'línea verde' y aún no había obtenido respuesta.
La Santa Sede debía lidiar en este viaje con una situación compleja, pues la parte norte es rechazada por toda la comunidad internacional e ir a ella podría enojar a Chipre.