Un empleo para una nueva vida
Federico Llopis y Carlos Rodríguez, atendidos por Cáritas, tendrían en un trabajo el acicate necesario para dejar atrás los problemas del pasado La crisis agrava la situación de personas que intentan en esta época reconducir su día a día
JEREZ.Actualizado:Carlos Rodríguez y Federico Llopis son compañeros en el centro de día de Cáritas. Atendidos por los profesionales de la institución, luchan cada día por salir a flote, por dejar atrás los problemas del pasado y comenzar una nueva vida. Si todas las personas necesitamos un empleo para vivir, en el caso de Carlos y Federico esa circunstancia se vuelve imprescindible: «Quiero un trabajo y ya he solicitado una vivienda», asegura Carlos. Para Federico, desarrollar una profesión significa «casa propia e independencia»: el principio de todo.
La crisis afecta a todos pero en estos casos puede incluso llegar a ralentizar el periodo de rehabilitación. Carlos, canario de 40 años, lleva cuatro meses en el centro de día. «Llegué a Sevilla hace dos años, huyendo de mí mismo, con la idea de cambiar de ambiente y me hundí», dice. Estuvo seis meses aparcando coches y «bebiendo vino de cartón» debido a sus problemas con el alcohol. Tras casi un año tratándose de su adicción, recuperó la confianza y se trasladó a Rota donde estuvo trabajando en un conocido hotel. Por desgracia, sus problemas volvieron a aparecer y estuvo «cuatro meses durmiendo en la playa de El Rompidillo».
Fueron una lata de atún y una caja de galletas lo que cambió su suerte: «Fui a pedir comida y el director de Cáritas en Rota me habló del centro de día. Yo quería dar el paso aunque era cobarde», confiesa. Carlos es cocinero y ha trabajado también como vigilante de seguridad. «Me da miedo trabajar en la hostelería porque tendría que estar en contacto con el alcohol, pero bueno», dice serio.
«Ahora siento que estoy en el camino de conseguir lo que quiero. Aquí he encontrado mucho apoyo y comprensión», asegura Carlos. «Es verdad que tiene un gran sentido de la responsabilidad y mucha motivación», dice la trabajadora social, Ana Castro, mientras Carlos se ruboriza.
Casa propia e independencia
«Me estoy agarrando a este clavo ardiendo aunque me queme», dice Federico Llopis, que a sus 50 años ha vivido en varios países. «Si tuviera un trabajo, tendría casa propia e independencia», asegura Federico, que en los últimos años estuvo empleado en la construcción aunque también ha trabajado en la hostelería. «Me gusta sentirme necesario pero no imprescindible y lo que hago, lo hago bien». dice. Federico está en el centro de día de Cáritas, ubicado en el mismo edificio que el comedor de El Salvador, desde el pasado enero: «Mi objetivo es tener una vivienda propia».
Como otros compañeros, el alcohol fue lo que le hizo perder su casa y su trabajo. «Si no estuviera en el centro de día, ahora estaría como antes de llegar aquí: durmiendo en el Mamelón».