¿Necesita Cádiz nuevos espacios verdes?
CATEDRÁTICO DE BIOLOGÍA Y SOCIO FUNDADOR DEL FORO DE DEBATE CÁDIZ 2012Actualizado:Yo pasaba en mi infancia y adolescencia la mitad del verano en Cádiz. Mucha playa. La otra mitad en un pueblecito de la Sierra de Cameros. Mucho campo. Dos ambientes muy diferentes. Para algunos complementarios, suficientes y necesarios.
Cádiz era la pesca y el comercio marítimo. Una ciudad moderna con actividad industrial. Muro de Cameros, con no más de cien vecinos, era la agricultura de subsistencia, los restos de la ganadería trashumante de uno de los extremos y unos bosques con hayas y robles majestuosos. En la ciudad de mi infancia y adolescencia no había campo. Lo más parecido eran unas dunas en Cortadura con matorrales rampantes adaptados a condiciones extremas de sequía y viento de levante. Pero había espacios verdes. En algunas plazas: la que rodeaba al Monumento a la Constitución, obra arquitectónica de Modesto López Otero y escultórica de Aniceto Marinas, la de Mina o la de Candelaria, presidida por Castelar, el elocuente tribuno de enormes bigotes. Dos parques completaban estos lugares de esparcimiento: la Alameda de Apodaca y el Parque Genovés casi unidos por un jardín situado frente a Los Cuarteles. A estos espacios habría que añadir el realizado en Canalejas, aprovechando unas obras de remodelación. Desapareció el Jardín Botánico anejo a la antigua Facultad de Medicina, que lo había sido del Hospital Real. Quedaba, como reliquia del antiguo esplendor de la ciudad, algún jardín en alguna casa. También en algunos lugares degradados de extramuros existían algunos corros de árboles en solares abandonados en Bahía Blanca y en La Laguna como escasa presencia de espacios verdes en el ensanche del Siglo XX.
Hoy poco más hay que añadir a esta exigua representación ajardinada de la ciudad si exceptuamos el de la plaza de Asdrúbal, resultado de la demolición de la Plaza de Toros y el interesante parque que se ha hecho en el lugar que ocupó el Cuartel de Infantería y algunos jardines de escasa entidad.
Sin embargo, los lugares ajardinados prosperan con facilidad en Cádiz. Ni siquiera el levante ha podido humillar durante muchos años esos magníficos ejemplares de ficus de la Plaza de Mina, la Alameda o los que adornan la entrada del Hospital de Mora. Las palmeras de la plaza de San Juan de Dios o de la plaza de la Catedral siguen vivas en sus alcorques rodeadas de un pavimento inclemente.
¿Hay sitio para más espacios ajardinados? ¿Podríamos aumentarlos con nuevas propuestas? Veamos algunas pocas actuaciones que mejorarían de manera más que razonable los actuales espacios verdes ciudadanos.
En primer lugar y dentro de la Propuesta del Área de Centralidad del Foro de Debate Cádiz 2012, que se presentará en breve, estimamos muy razonable la prolongación de la Alameda por la muralla del barrio de San Carlos, incluso ajardinando la cubierta del antiguo cine de verano y continuarlo por todo el Paseo Pascual Pery. Éste podría ser el tercer parque gaditano, aunque primero en superficie, en la mencionada Área de Centralidad.
Proponemos también la creación de un Jardín de Flora Tropical Americana en el interior de la antigua Estación de Ferrocarril, actualmente sin uso y en proceso de deterioro. Podría estar dedicado al botánico y médico gaditano José Celestino Mutis, que tanto se apasionó por la Flora de la Nueva Granada (hoy República de Colombia). Este espacio, único reflejo de la arquitectura de hierro en Cádiz, es idóneo y podría ser uno de los atractivos de la ciudad de Cádiz como estufa fría.
No podemos dejar de mencionar que la Universidad de Cádiz también tenía en mente aprovechar un espacio, en el interior del casco antiguo, al parecer de titularidad del Ayuntamiento, para plantar un Jardín Botánico Universitario. Situado en un solar con un edificio en construcción en medio y con algún ejemplar de ombú, podría convertirse en un lugar de investigación botánica y esparcimiento ciudadano en un ambiente urbano.
Es indudable que los fosos que flanquean la entrada del casco antiguo, después de las reformas de las Puertas de Tierra, deberían adecuarse como nuevos espacios verdes de recreo. En el ensanche del siglo XX son pocos los lugares que podrían habilitarse, pero cualquier actuación urbanística debería contemplar el mayor ajardinamiento posible, incluso en los nuevos paseos en los que el arbolado no es muy representativo, después del soterramiento de la vías del ferrocarril o la creación de avenidas modernas próximas a la Bahía. Habría que potenciar la ejecución de los nuevos jardines de Astilleros.
Estoy seguro de que así la ciudad aumentaría su atractivo turístico y sus ciudadanos podrían disfrutar de espacios verdes que duplicarían los ahora existentes, además de crear un atractivo paseo que iría desde el Parque Genovés hasta el final de la Punta de San Felipe. Siendo una necesidad razonable, tenemos que hacernos la ilusión de que también es posible.