Cartas

Economía y 'Aznarato'

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Venimos asistiendo desde que estalló la catástrofe económica internacional a unas reiterativas y continuas declaraciones del líder planetario y Señor de las Azores, el que nos sacó del rincón de la historia, que con su acostumbrada modestia, humildad y cinismo, se atribuye gloria, éxitos y todo lo imaginable en la economía española y que sus palmeros resumen en la frase antológica del «gran milagro económico del Aznarato», pero que olvidan e intentan hacer olvidar que la causa principal de esta situación fue su política neoliberal y especuladora. Pues bien, conviene recordar a los desmemoriados (voluntarios e involuntarios), manipuladores, periodistas al servicio de la causa, cura camuflado de ingenuo insultador oficial del Gobierno (siempre que éste sea socialista, por supuesto), etc., etc., que su colosal éxito se debió a varios factores. Primero, al efecto arrastre del gran crecimiento económico mundial a partir de 1995; segundo, a una feroz ola de privatizaciones, al servicio de sus íntimos y amigos de pupitre, que inyectó liquidez inmediata; tercero, a las enormes ayudas europeas conseguidas por el «pedigüeño» F. González. En cuarto lugar, a la precarización laboral durante su mandato, recorte salarial, abaratamiento del despido, congelación de pensiones y decretazo; en quito, a una enorme desinversión en obras públicas y drásticos recortes en políticas sociales (sanidad pública, enseñanza pública, becas, investigación médica, etc.), gran reducción en el número de efectivos de la Guardia Civil y Policía Nacional, etc.; y , por último, a la gran burbuja del ladrillo, especulación corrupta como estamos viendo todos los días, para lo cual su gobierno desmanteló todos los instrumentos del Estado contra la corrupción para tapar todos los saqueos a cargo de grandes patriotas.

Me gustaría aclarar y recordar a F. José Rosado que el auténtico autor del «torpe aliño indumentario» fue un demócrata progresista, al margen de sublime poeta, paradigma de la conquista de la razón libre, de la honradez y la decencia, que las llevó hasta sus últimas consecuencias, teniendo por ello que pasar la frontera a pie para intentar salvar su vida, y que él ha pasado, por un plato de lentejas, de proclamar a los cuatro vientos «todos los fachas son cucarachas.» a caerse del caballo como San Pablo.