Educación superior
Actualizado:Este año todos los estudios universitarios estarán, por definición, adaptados a Europa. El problema es que cada uno ha querido entender Bolonia a su manera, que suele ser la manera que más le interesa a uno. Mientras que muchos universitarios se han esforzado en elaborar unos planes de estudios buscando la excelencia, los auténticos responsables de nuestra convergencia con Europa se han dedicado, como en otras cosas, a reinterpretar Bolonia, aunque ello signifique alejarnos de los objetivos del EEES. Efecto secundario, al parecer, de menor importancia. No hace mucho tiempo que España decidió que para converger con los planes europeos había que empezar por romper la estructura de aquellos estudios que habían alcanzado la convergencia muchos años atrás. Interesante estrategia propia de mentes preclaras. Naturalmente la convergencia debía hacerse a coste cero, principio establecido antes de que la crisis fuese oficial, porque, como sabemos, en lo que se refiere a gasto educativo no debemos envidiarle nada a nadie. Y además ¿qué tendrá que ver eso con la convergencia europea? Al parecer el coste cero tampoco tiene nada que ver con la multiplicación injustificada de las mismas titulaciones en los distritos universitarios. Los planes de estudios, auténticos contratos con los estudiantes, son modificados unilateralmente en aspectos fundamentales para conseguir los objetivos deseados por aquellos mismos responsables que han establecido que las memorias de los planes estudios han de cumplirse a rajatabla. Excelente ejercicio de coherencia. Los sistemas de calidad corren el riesgo de convertirse en complicados y costosos procedimientos formales en lugar de herramientas para conseguir una auténtica educación superior de calidad. En los estudios con plazas limitadas, la ordenación de los estudiantes se hace a partir de dos sistemas distintos de medición, porque como todo el mundo sabe ello obedece a un principio de rigor científico indiscutible. Para abrir nuevas titulaciones es suficiente, para algunos responsables políticos, una declaración de intenciones. Si después falla algo, pues nada, se rescata como a los bancos. Que para eso está el sector público. La Educación Superior es un asunto de enorme trascendencia, y lo menos que se puede esperar es un ejercicio de responsabilidad con ella. Responsabilidad de todos, pero sobre todo de los que tienen en sus manos la política educativa de nuestro país.