Un pasaje de sesenta nacionalidades liderado por una Nobel y un arzobispo
ASHDOD.Actualizado:Desde que Israel impusiera en Gaza un embargo económico y comercial en 2007 tras la victoria electoral de Hamás, cinco barcos con ayuda humanitaria han conseguido llegar hasta las costas de la Franja y otros ocho han sido obligados a darse la vuelta. Disparos incluidos en el caso de la nave 'Hermandad', que llevó a cabo su intento en febrero de 2009.
Pero las pretensiones de una flotilla entera intentando romper el cerco establecido en torno a Gaza, -el que según Israel no es un castigo a su población sumida en la miseria, sino un cordón sanitario contra el islamismo- era demasiado. Por eso, las autoridades judías perdieron el sentido de la medida anunciando que iban a enfrentarse a sus integrantes, y lo gritaron tanto y tan alto, que atrajeron sobre el convoy una atención mundial que, de otro modo, probablemente no habría tenido.
La llamada 'flotilla de la libertad' es hija del Free Gaza Movement, la más tozuda y perseverante de las ONG que en estos años han intentado quebrar el boicot a Gaza. Se le unían la campaña griega y sueca Barco a Gaza y la Europea para Acabar el Asedio de Gaza (Ecesg). Y el grupo que ha dado la excusa a Israel para tratar de vincular esta expedición con el terrorismo: el Insani Yardim Vakfi, o lo que es lo mismo, la fundación humanitaria que Tel Aviv entiende como la rama de los Hermanos Musulmanes en Turquía. La gemela de Hamás en el país euroasiático.
Seis barcos de civiles
Nueve barcos procedentes de Turquía, Kuwait, Argelia, Irlanda, Grecia y Reino Unido componían el convoy inicial, aunque al final emprendieron el viaje emboscado la madrugada de ayer sólo seis buques. A bordo de ellos, un variopinto pasaje de sesenta nacionalidades integrado por activistas, diecinueve diputados de Europa, países árabes e Israel, periodistas, la Nobel de la Paz 1976, Mairead Maguire, e incluso el exitoso autor de novela negra, el sueco Henning Mankell. Y como decía por teléfono el cooperante español Manuel Tapial, «hasta un cura», en referencia al arzobispo católico griego de Jerusalén, el a veces controvertido Hilarion Capucci. Todos civiles. Y sin armas, han asegurado en todo momento.
La prensa hebrea les ha acusado abiertamente de buscar un choque con Israel -e incluso «un poco de derramamiento de sangre», decía el rotativo 'Haaretz'- para garantizar su protagonismo en los medios. También, desde ese y otros diarios, se ha apuntado que, para acabar con iniciativas como esta flotilla, nada como hablar con Hamás de una vez por todas. Así nadie tendría que querer ir a salvar Gaza una vez al mes.
Pero Israel ha preferido el choque ejemplar, el asalto para las cosas claras ante futuras aspiraciones de «elementos de izquierda confabulados con islamistas», ironizaba otro periódico, que vienen a provocar disfrazados de trabajadores humanitarios. En ese caso, los analistas dicen que hubiera sido un éxito que el abordaje se ejecutara «de una manera controlada, con el mínimo uso de la fuerza». Pero visto lo sucedido parece que ha sido que no.