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CARTAS AL DIRECTOR

La reforma sanitaria

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Me parece que no hay nadie sensato en España que a la vista de los acontecimientos de crisis actual en nuestro país y en el mundo piense que esto no deba repercutir en la ordenación de nuestra sociedad y en la de los gastos a los que se les debe hacer frente. Sin duda, esta reforma y las reducciones económicas que de ella puedan derivarse debe afectar a casi todos los ámbitos del funcionamiento de la sociedad, tanto en la esfera pública como privada. Pero, ¿a todos les debe afectar por igual? ¿Se le pueden aplicar al sistema sanitario los mismos criterios económicos restrictivos que al resto de actividades? ¿Deben las prestaciones sanitarias ser consideradas cualitativamente iguales que el resto de prestaciones sociales o individuales? Desde hace años parece que el sistema sanitario español está cogido con pinzas y no se sabe cómo llega a cada final de ejercicio económico, aunque afortunadamente nunca termina de pasar nada; me imagino que porque se va acumulando la deuda y porque se demoran los pagos a los proveedores. Pero no sé si esto va a poder mantenerse siempre así.

Siguen faltando profesionales sanitarios, y los que hay - en su mayoría- están sobrecargados de trabajo y cada vez se les exige más, tanto desde sus respectivas empresas como desde los pacientes-usuarios y sus familiares. ¿Les puede exigir la sociedad un sacrificio todavía mayor? Está claro que la población española envejece, y, por lo tanto, cada vez presenta más enfermedades crónicas y más necesidad de acudir al médico y de que se le intenten solucionar sus problemas de salud. ¿Es razonable disminuir el número y la cualificación de los profesionales de la salud con motivo -o pretexto - de la crisis, cuando resulta que cada vez tenemos más demanda y necesidad de ellos? ¿Dónde y cómo se va a posicionar el límite ético de lo que se debe destinar a salud en España? No pretendo ser pesimista, pero veo las cosas así, y considero que debo transmitirlo a la sociedad. Me temo que, desgraciadamente, muchas asociaciones y corporaciones profesionales más que representar a sus miembros le están haciendo el juego a la Administración, y se callan y no levantan la voz, y no reclaman más recursos asistenciales necesarios. No todas las actividades laborales ni todas las prestaciones sociales son iguales. Recortar el gasto sanitario es bajar la calidad asistencial que se da en los hospitales y centros de salud. Hay una evidencia irrefutable: no se puede tener jamón de Jabugo JJJJ al precio del jamón de York.

isidoro cobo moreno.