El fútbol gana la batalla
Espejo de un continente que busca una salida, la selección de amputados de Sierra Leona da su última lección
Actualizado:Le llaman el Messi africano. Por su velocidad, por su técnica, por su disparo. Carga con el 15 a la espalda y en sus movimientos se asemeja a la 'pulga'. Zurdo cerrado, siempre le pega con la izquierda. Porque no le queda otra. Forma parte del equipo de amputados de Sierra Leona, de la selección «a una pata», como ellos se llaman. Han fascinado con sus cantes, con su baile, con su sonrisa ante las injusticias de la vida. Y ayer pudieron hacer lo que más le gusta: jugar al fútbol.
Se calzaron su bota, se pertrecharon con sus muletas y el balón rodó por el verde de El Rosal. Amarillo contra naranja, mezclados con los chicos del Cádiz B y con reglas especiales. Los cadistas, con las manos atadas a la espalda, sólo pueden dar un toque al cuero. «Estoy más reventado que cuando juego de normal», señala uno de los cachorros amarillos.
La risa desaparece cuando se entra en competición. Todos quieren ganar. Los centrales se muestran expeditivos, fuertes al cruce y sin miedo en los balones aéreos. Los delanteros se atreven con las bicicletas, emulan a sus ídolos en las fintas y los regates. Caen al suelo de forma aparatosa y rápidamente se levantan. Lo intentan desde fuera del área, pero se topan con el zaguero, la madera o las paradas también 'a una sola mano' del arquero africano.
Gestos de rabia. Tensión. Sudor. Y gol. Entonces se desata la alegría. Se abrazan entre ellos, se suben a la chepa de los cadistas, bailan, cantan, ríen, saltan. Otro paso más en su camino de superación.
«El fútbol no es cuestión de vida o muerte. Es mucho más que eso». Para ellos, ha sido una salida a una existencia marcada por la marginalidad y el sufrimiento. Hasta en la más absoluta pobreza existen clases, y los antiguos niños soldados, ahora amputados, se encuentran en el sótano de esa sociedad.
Hasta que el fútbol les ha convertido en «un icono de la paz». El espejo de un continente que da prueba diaria de superación. En Sierra Leona han conseguido organizar una liga con ocho equipos y 150 jugadores. Arengan a las masas con sus cánticos y bailes para llenar los modestísimos campos. Y han empezado a conocer mundo. Se han enfrentado con iguales en Inglaterra, y ya hay competiciones mundiales donde dominan los uzbekos, también castigados por la guerra. Han contagiado a países vecinos como Liberia, y han iniciado los contactos para que salga una nueva 'Roja' .
Cuentan con sus propias reglas. No pueden golpear el balón con las muletas, ni controlar o cortar con el muñón. Por lo demás, no hay diferencia. Es fútbol. Su lenguaje, el idioma universal, para gritar, para denunciar una situación indignante. Aunque ellos apenas lo saben. 'Sólo' juegan. Y ayer ganaron todos. Como siempre.