La música se cuela por las rejas
Los presos de Puerto II asisten a un concierto de música clásica organizado por el Consorcio del Bicentenario
CÁDIZ.Actualizado:A las 8 de la mañana, los más de 600 reclusos de la cárcel de Puerto II han de levantarse. La rutina diaria se compone de actividades de convivencia y reinserción, comidas y muchas horas de patio y deporte. En los módulos que la integran, entre puertas mecánicas y garrotes, el contacto con la vida exterior se limita a una llamada telefónica y las visitas semanales de los familiares. Quizá por esta razón, ayer sus habitantes estaban excitados con la llegada de un numeroso grupo de periodistas que iban a cubrir el concierto que el Consorcio del Bicentenario y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales habían preparado para ellos. Para aliviar la monotonía, inculcar el gusto por la música clásica más popular y hacerlos partícipes de la efemérides.
A la cita, en plena hora de recreo (11 horas), acuden algo más de un centenar de presos. Cien historias desconocidas y dispares, tantas como sus reacciones tras la pieza espiritual con la que la Fanfarria del Francisco Guerrero de Sevilla abría su actuación en el pabellón deportivo de la cárcel. Hay ganas de fiesta en las gradas. Se nota en los aplausos, en los gritos y los movimientos de los que las ocupan. Aunque estén vigilados por una docena de funcionarios, que hacen de guardianes, monitores y, por su trato, amigos. 'Entry of the gladiators', basada en la música circense, anima aún más a los espectadores que se suman a la marcha militar de Verdi, al famoso 'Can -Cant', la conga, el tumbao, una tradicional israelí, una samba o la habanera de 'Carmen'. «Estábamos nerviosos porque no sabíamos si les iba a gustar el repertorio, pero cuando hemos tocado la primera, se nos ha olvidado dónde estábamos», confiesa uno de los miembros de la Fanfarria, Joaquín Leal.
Himno de España
Se desmonta el mito de que la melodía amansa los ímpetus. A esos hombres, de todas las edades, razas y procedencias, la música les espolea para sonreír, bromear con el de al lado o, simplemente, mover los pies. Para terminar, tras los pasodobles y un tango de El Coro de La Viña, los reclusos piden que le toquen el Himno de España. Pero no suena el oficial, sino el popular. 'Paquito el chocolatero' desata definitivamente la algarabía, sesgada con el último acorde.
Vuelta al patio, a sus rutinas, a las charlas eternas, las carreras tras un balón, las bromas sin música de fondo. Y eso que es una de sus actividades favoritas. En Carnaval, los presos del módulo E realizaron sus propias letras. En Navidad preparon una zambombá flamenca y hace pocas semanas deleitaron a sus familias con unas sevillanas compuestas por ellos mismos. No pueden hablar con nosotros pero la gran mayoría lo han dicho todo con sus rostros. Tildarlo de un rato feliz es sin duda demasiado para sus situaciones, pero sí se les intuye alivio y una colmada sensación de desahogo y distracción. Se han complido los propósitos. Que tengan suerte para llevar a cabo los suyos.