Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ex presidente de la Junta de Extremadura, ayer, en Villamartín. :: ESTEBAN
Sierra

«No hay político ni rector que aguante a una comarca entera luchando por lo mismo»

Juan Carlos Rodríguez Ibarra inauguró el ciclo de conferencias que la Fundación Dr. Pascual ha organizado en la Sierra

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de Extremadura durante 24 años, se le notaron ayer los modos de político avezado y las mañas de viejo profesor. Durante casi dos horas supo enganchar al público a la conferencia inaugural del ciclo 'De la sociedad rural a la sociedad del conocimiento', organizado en Villamartín por la Fundación Dr. Pascual. Lo hizo sembrando su discurso de anécdotas personales, recurriendo al poder de la ironía y utilizando un tono ameno y didáctico, a medio camino entre la clase magistral y el mitin.

Ibarra arrancó restándole importancia, desde la modestia, al largo currículum que previamente habían desglosado Salvador Pascual, presidente de la fundación y responsable del evento; José Luis Calvillo, alcalde de la localidad; y Alfonso Moscoso, presidente de la Mancomunidad de Municipios: «Ahora ya no soy nada», bromeó. «Hace muy poco, un alto cargo del Gobierno que no es Zapatero se acercó a una reunión en la que yo charlaba con varios vicepresidentes, y ni siquiera me saludó. Me di cuenta de que cuando uno deja el poder se vuelve invisible».

Ibarra dedicó el grueso de su ponencia a detallar las ventajas que las nuevas tecnológicas suponen para las sociedades rurales: «Ya perdimos el tren de la revolución industrial, así que no podemos dejar que éste se escape». Después de desgranar cómo los conceptos de lenguaje, intimidad o valor están variando sustancialmente, el ex congresista del PSOE se atrevió a aventurar que «dentro de diez años, el peso de la realidad virtual será el mismo que el de la realidad analógica», y comparó a los que se niegan a aceptar esa máxima con «los que durante el siglo pasado tiraban piedras a los primeros trenes».

«La Educación tiene que estar a la altura de las circunstancias. No podemos consentir que los alumnos, que se pasan el día delante del ordenador, se sientan el clase como cuando a mí me ataban la mano izquierda a la espalda por ser zurdo».

«Es lo que le pasa a los de la SGAE. Se resisten al cambio, quizá porque están perdiendo un modelo de negocio. Dicen que se me ha ido la cabeza, pero son ellos los que tienen que entender que nadie va a pagar 20 euros por una cajita con canciones, cuando me puedo piratear las que me dé la gana».

Enemigos del riesgo

Ibarra pidió a la sociedad española, incluida la clase política, la suficiente visión de futuro como para darse cuenta de que «el sistema debe premiar, y no castigar, a quien se atreve a perseguir sus sueños». «Internet y la globalización permiten que los jóvenes con inteligencia, talento y capacidad aborden proyectos que requieren de muy pocos recursos, pero necesitan de nuestro apoyo. No podemos demonizar el riesgo». El docente ilustró su postura con una «historia real»: «En España hubiera sido imposible inventar Google. La primera vez que dos estudiantes le propusieron a un rector de Universidad la posibilidad de crear el mejor buscador del mundo, se equivocaron, y perdieron todos los datos. Volvieron a los seis meses y lo intentaron de nuevo. Es en el ensayo, y en el error, donde se consigue el conocimiento. Sin embargo, en nuestro país hemos creado una cultura del conformismo que hace que el 80% de la gente que está en la Universidad sueñe con ser funcionario, en vez de emprender e innovar, quizá para no verse estigmatizados si fracasan».

Para Ibarra, la clave pasa porque los profesores «no se empeñen en meter a los alumnos en la cabeza datos que ya tienen al alcance de la mano, sino que su verdadera tarea debe ser la de descubrir su vocación, incentivarla, potenciarla y darles medios para que la desarrollen».

El político extremeño también tuvo tiempo para opinar, sin ataduras, sobre el decreto aprobado por la mínima en la mañana de ayer en el Congreso. «A mí, esas medidas me han decepcionado. Pero también me decepciona mi hija, de vez en cuando, y no dejo de quererla por eso. De la misma manera que yo, alguna vez, la habré decepcionado a ella y espero que actúe igual».

Durante el turno de preguntas, Ibarra habló de la demanda de una Escuela de Enfermería para la Sierra: «Me voy a meter en un lío», dijo. «Las escuelas no se hacen para solucionar un problema de un pueblo, pero si aquí ya existe un hospital, no estamos hablando de crearla en un lugar aislado... No hay político ni rector que aguante a una comarca entera luchando por lo mismo»