Menores bajo el foco de los medios
CONSEJERA DEL CONSEJO AUDIOVISUAL DE ANDALUCÍA Actualizado: GuardarEsta madrugada se han cumplido diez años del asesinato de Clara García en San Fernando, un crimen que aún resulta inexplicable y que conmocionó a todo el país por diversas razones, entre ellas la edad de quienes le arrebataron tan cruelmente la vida y de la víctima, todas menores. Es sólo una casualidad que el Consejo Audiovisual de Andalucía celebre esta semana en Cádiz unas jornadas que bajo el título «Los menores bajo el foco mediático» pretenden mejorar la protección de los menores de edad que, por alguna circunstancia, se convierten en noticia o suscitan la atención de los medios de comunicación. Lo preciso porque algún periodista ha relacionado los dos hechos.
La jornada de trabajo, en la que participa la Fiscalía Superior de Andalucía, se enmarca en la celebración del Congreso Mundial de Periodistas y del Festival Internacional de la Libertad de Expresión para reflexionar y concretar las normas jurídicas y éticas que deben seguir los periodistas cuando tratan asuntos relacionados con menores de edad, personas amparadas por una protección superior y especial no sólo en nuestro ordenamiento jurídico, también en los códigos éticos que regulan el ejercicio del periodismo.
A menudo oigo o leo a alguien quejarse de nuestros menores. Hay quien piensa que son más violentos y crueles, que están peor educados y que carecen de los principios morales o éticos de generaciones precedentes. Desde luego, es la conclusión a la que llegaría cualquier persona que siga las noticias que trasmiten los medios de comunicación. Sin embargo, en un estudio reciente realizado por el Consejo Audiovisual andaluz sobre 232 horas de informativos emitidos en televisión se demuestra que los menores sólo suelen suscitar el interés mediático cuando se ven envueltos en algún hecho luctuoso o en alguna polémica social.
Los telediarios en particular -y yo diría que la mayor parte de los medios de comunicación generalistas- no suelen prestar atención a los logros, éxitos u hechos positivos protagonizados por menores que, por cierto, abundan y superan con creces los comportamientos negativos. Sin ir más lejos, la semana pasada acudí a la fiesta de despedida de alumnos que se graduaban como bachilleres en un centro gaditano. En el acto se glosaron los méritos de algunos que, pese a su edad, acumulaban gestas deportivas, humanas y académicas que la inmensa mayoría de la población no alcanzaría en una larga vida. Ninguno ha sido carne de telediario. Los periodistas no han intentado conocer ni publicar sus nombres, hablar de su vida, de sus aficiones, grabarles para emitir una y otra vez sus imágenes en los programas informativos y de entretenimiento, pedirles opinión o sentarlos junto a Ana Rosa Quintana como ejemplo y estímulo para toda la sociedad.
Otro gallo cantaría si en lugar de ganar un concurso europeo, un premio nacional de matemáticas o estar entre quienes pueden representarnos en las próximas olimpiadas se viesen envueltos en algún suceso minúsculo, incluso indirectamente: sobraría con que conociesen a una víctima, a un testigo o un criminal para que se les abran todos los platós de televisión. Si hablamos ya de un suceso muy, muy trágico podrían incluso agenciarse un representante porque obtendrían una bonita suma. ¡Qué tiempos aquellos en los prevalecía en los medios la regla no escrita de no pagar nada ni a nadie por una entrevista o por una información!
Como decía, la mayor parte de las escasas noticias que nos llegan sobre los menores y jóvenes tienen que ver con sucesos o hechos luctuosos. Además, los medios se saltan habitualmente las normas éticas y jurídicas de manera que no resulta difícil identificarles, saber dónde viven o dónde estudian o ir tras ellos para obtener algún testimonio. Hasta los silencios se emiten en televisión. La semana pasada oía a una fiscal quejarse de la voracidad ilimitada de los medios y del proceso de demonización de nuestros menores, que son nuestro futuro.
Varios programas de televisión han sido sancionados por vulnerar los derechos a la imagen y al honor de menores de edad en noticias relacionadas con la desaparición de Marta del Castillo, un tratamiento informativo que denunció en su momento el Consejo. Los días posteriores a las detenciones, las televisiones dedicaron el 80% de sus programas de mayor audiencia al caso pese a la inexistencia de novedades informativas. Las noticias que no eran noticias se confeccionaron reiterando imágenes, entrevistas, escenas de duelo, opiniones, etcétera.
La reciente Ley General Audiovisual endurece la respuesta de las autoridades reguladoras que como el Consejo Audiovisual de Andalucía deben velar porque los medios respeten los principios constitucionales y estatutarios de toda la población y, en particular, los derechos de los menores de edad. Sobre los menores no sólo puede caer todo el peso de la noticia provocando un daño irreparable sino también de quienes quieren ganar dinero y prestigio a su costa o incluso de quienes, con la mejor de las intenciones, aspiran a regalarles la fama y la popularidad que ambicionaron para sí mismos.