SUFRIMIENTO CON PREMIO

La película del Cádiz CF está condenada a ser eternamente de intriga, con toques de drama, una pizca de miedo, a veces acabando en tragedia y otras con final feliz, pero con suspense hasta el final. Lo que está claro es que el argumento no lo podrían firmar ni los guionistas con la mente más perversa y reconcentrada del planeta.

Tanto es así que los propios protagonistas no saben el final hasta el mismo momento en el que lo conocen los espectadores. El caso es que parece demostrado que engancha al público. Unos porque después de tanto tiempo no quieren irse sin saber como acaba la 'peli', otros porque se creen inmunizados tras ver muchos episodios de este tipo (inconscientes ellos), y otros tantos porque, sencillamente, les va la marcha, tienen un toque de masoquismo, quieren al riesgo como compañero de viaje y son amantes de las emociones fuertes aunque el final no sea el deseado. El caso es que el personal no se levanta de sus asientos, ni parpadea, para no perderse ni un ápice del espectáculo.

Esta temporada, como no podía ser de otra manera, no está exenta de mantener ese denominador común de sufrimiento hasta última hora.

Esa angustia quizás haya alcanzado su punto más álgido tanto en el partido frente al Albacete como en el del pasado domingo frente al Murcia. Afortunadamente, en ambos casos con final feliz, cuando parece que todo está perdido, que estamos más lejos que nunca del objetivo, caprichos del destino, nos agarramos a la categoría de un plumazo.

Los que fueron a Carranza se marcharon a casa con un nivel bajo mínimos de adrenalina, ya que la derrocharon por doquier minutos antes en las gradas.

Casi por primera vez en esta Liga, empiezan a salir las cuentas. No se puede sacar pecho ni dar el trabajo por finalizado, ni muchísimo menos, pero la situación se ve de otra manera con cuatro equipos por debajo y a sólo cinco puntos de la permanencia, algo que todos hubiéramos firmado con sangre hace un par de meses.