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Mal, sí, pero...

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De acuerdo, está todo mal, sí, pero. ello no debería hacernos perder la perspectiva amplia y sensata de las cosas. El problema de estar constantemente contra esto y aquello es que se termina por no saber qué es esto, aquello y lo de más allá. En Babia se puede vivir seguro de uno mismo y sin el vértigo de la ambivalencia, la contradicción y la duda, pero es un vivir poco recomendable e incómodo, no me lo negarán: requiere prescindir de matices, desestimar cualquier alternativa que no sea la propia, sostener a priori que el otro nunca puede tener parte de razón, desprestigiar sistemáticamente cualquier ensayo, y, desde luego, criminalizar el más mínimo error... de los demás, claro. En definitiva, estoy trazando el perfil de la prepotencia, del engreimiento, de la intolerancia y del totalitarismo: una marea nihilista que veo subir inexorablemente en la sociedad española. No es pesimismo, sino preocupación. «Si de noche lloramos por el sol, nos perdemos el espectáculo de las estrellas», decía el poeta. Cabe decir, con ese puntito más prosaico a que nos obligan las circunstancias de la actualidad, que si tiramos de la cisterna para intentar que Zapatero, como quisieran algunos, abandone la escena de manera expeditiva, podemos estar arrojando por el desagüe algunas cosas que merecería la pena, al menos, considerar con más ecuanimidad, puesto que, como decía uno que estaba muy puesto, «nunca se alcanza la verdad total, ni nunca se está totalmente alejado de ella».

A Zapatero se le acusa estos días de todo lo malo que ocurre en España y parte del globo, por su manía, dicen, de anteponer su ideología a la grave realidad que nos atenaza. Sin embargo, poco se oye decir que esta nefasta realidad es producto de una ideología nefasta donde las haya: la ideología neo o ultraliberal, que, gracias a tanto realista de los cojones está consiguiendo erigirse, ¡santo Dios!, en la solución al desaguisado ¡de Zapatero!

¡Qué lento en reaccionar Zapatero! Pero a nadie se le ocurre pensar que gracias a esta supuesta reticencia o demora de Zapatero a obedecer a la primera las normas cuartelarias de una Europa que acabará quemándose en la hoguera de las vanidades liberales, hemos podido comprobar en nuestras propias carnes (nada más educativo) la virulencia con que se las gasta el actual feudalismo informatizado en que consisten los mercados planetarios. Qué mal está todo.