El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se dirige a los asistentes durante su intervención en el mitin de Elche. :: EFE
ESPAÑA

Zapatero apela a sus éxitos contra ETA para pedir confianza en su plan de ajuste

«La tenacidad nos ha llevado a ver próximo el fin del terrorismo», afirma el presidente para tranquilizar al partido en materia económica

ELCHE. Actualizado: Guardar
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Para el común de los mortales la lucha contra el terrorismo tiene pocos puntos en común con la política económica, pero José Luis Rodríguez Zapatero encontró ayer el modo de que la primera saliera al rescate de la segunda. O lo intentó. El presidente del Gobierno se sirvió del varapalo a la cúpula de ETA para defender que «la tenacidad y el esfuerzo de mucha gente, durante mucho tiempo» siempre dan resultado. Un símil elaborado de su súbita apuesta por un drástico recorte del déficit.

Zapatero acudió a Elche, a lo que hasta hace poco más de una semana estaba programado como una convención municipal del PSOE -y acabó siendo un mitin convencional- para dos cosas: explicar a los cuadros locales y militantes de su partido un 'tijeretazo' social que, según admiten varios dirigentes, ha causado gran conmoción interna, y, por otro lado, recibir un poco de cariño.

En un territorio hostil, como es la Comunidad Valenciana, la ciudad alicantina es un raro reducto socialista. Y teniendo en cuenta que éste era el primer mitin que pronunciaba en dos meses, y especialmente, desde que el día 12 anunció ante el Congreso el recorte del sueldo de los funcionarios, la congelación de pensiones, la irretroactividad de la ayuda a la dependencia y la paralización de buena parte de la inversión en obra pública, hacía falta un público entusiasta. Lo tuvo, pese a protestas en el exterior del recinto en las que apenas participaron medio centenar de personas. El millar de cargos locales le dedicó palabras de apoyo y fue entonces cuando el jefe del Ejecutivo aprovechó para equiparar la situación actual con la posterior al atentado de la T-4, en pleno proceso de negociación con la banda. «En la anterior legislatura, cuando atravesábamos momentos graves en la lucha del terrorismo». Es más, aseguró que estamos ante el «declive final» de ETA.

Así fue como arrancó su discurso ante algo más de 2.000 simpatizantes para, después, adoptar un tono defensivo. A pesar de que sus propios correligionarios le habían pedido que pusiera en valor su resistencia a tocar las prestaciones de desempleo o la exclusión de las pensiones mínimas y no contributivas de la congelación para 2011, Zapatero llevaba días aguantando el chaparrón de las criticas de los sindicatos, de la izquierda y de la derecha sin apenas responder. Pero finalmente cruzó la línea. Al hacerlo demostró que haber dado pie a que el PP se erija en defensor de los pensionistas le duele más de lo que hasta ahora había hecho ver y visiblemente alterado, bramó: «No acepto de aquellos que nunca se acordaron de las políticas sociales ninguna crítica de injusticia a las medidas que hemos acordado. No se acordaron ni ayer ni hoy, ni se acordarán mañana».

El jefe del Ejecutivo dedicó buena parte de su alocución a negar que haya enterrado sus «señas de identidad». «Si cabe -alegó- lo que hacemos con las decisiones difíciles que hemos tomado es reforzar nuestro compromiso de responsabilidad con España». Empezó así a desmigar datos que, en adelante, poblarán los argumentarios de todos los cargos socialistas. Entre ellos, que el gasto social sólo se reduce en un 1,5% y que si en ese cómputo se incluye lo que dedican las comunidades autónomas a Sanidad y Educación el recorte es sólo del 0,5%.

Esfuerzo colectivo

También puso de relieve que el «esfuerzo colectivo» que ahora se pide permitirá «seguir protegiendo» al 80% de los desempleados que, a su juicio, deben ser objetivo prioritario; que las pensiones mínimas han subido un 49% en los últimos cinco años y el Salario Mínimo Interprofesional un 35%, que más de 2,5 millones de pensionistas sí verán revalorizadas sus prestaciones y que bajo su mandato se ha creado por ley un sistema de ayuda a la dependencia que «ahora hay que reducir algo» pero que este año cuenta 4.000 millones de euros. «Claro -ironizó con la vista puesta en el PP- para reducirlo primero ha habido que ponerlo en marcha». Aún así, Zapatero recuperó el tono resignado y casi abatido para referirse a los sindicatos. No mencionó la palabra «huelga», pero admitió que tendrá que enfrentarse a sus «protestas». La de los empleados públicos ya está convocada, pero la general es, de momento, sólo una amenaza. «Seguimos diciendo lo mismo antes que ahora: respetamos a los representantes de los trabajadores».

De nuevo hizo, además, un llamamiento a que acuerden con empresarios la reforma laboral que se lleva negociando más de un año. Y aunque fuentes gubernamentales insisten en que si no lo hacen el presidente del Gobierno asumirá, como en el recorte del déficit, su responsabilidad, optó por guardarse el reto. Como optó por no poner fecha a la cacareada subida de impuestos para «los que más tienen», despachada en una sola frase: «lo haremos».