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Julián Martín, presidente del sindicato mayoritario en el sector público de Cádiz. :: ANTONIO VÁZQUEZ
Ciudadanos

«No tenemos que pedir perdón por ser funcionarios»

Julián Martín Presidente CSI-F CádizEl sindicalista niega que los empleados públicos sean unos privilegiados y recuerda que, aunque con estabilidad, «muchos son mileuristas»

DANIEL PÉREZ
CÁDIZ.Actualizado:

El tijeretazo de Zapatero a los sueldos de los empleados públicos afectará a más de 80.000 gaditanos. A tenor de lo visto y de lo oído en los últimos días, Julián Martín, presidente del CSI-F en la provincia, se ve obligado a subrayar lo obvio: los funcionarios no son señores grises y malencarados que ponen sellos detrás de una ventanilla. El recorte del Gobierno afectará a médicos, policías, maestros, enfermeras, bedeles, jueces, administrativos y bomberos. Por ejemplo. En la calle hay quien ya ha utilizado el anuncio para resucitar el tópico, quien lo ha recibido con cierta condescendencia y quien no ha podido evitar un suspiro de alivio: «Mejor ellos que nosotros». Les corresponde, ahora, el turno de réplica.

-¿Otra vez en el punto de mira?

-Llevo 30 años en la administración, y creo que lo hemos estado siempre, de una u otra manera. A veces, en positivo: somos las personas que pueden ayudar a los ciudadanos a resolver determinados problemas. Los mediadores, los facilitadores. Hoy vemos que los que nos han puesto en el punto de mira son los que nos emplean, nuestra propia empresa. Y no sólo eso: también nos han metido la mano en la cartera.

-Habrá sondeado el estado de ánimo de sus compañeros. ¿Cómo se sienten?

-Atracados.

-¿Ni si quiera se lo habían visto venir?

-Es duro pensar que tus empleadores pueden llegar a imputarte el fracaso de su propia gestión. Injusto, irracional y absurdo.

-¿Se están sintiendo solos?

-Cádiz es una provincia en la que el porcentaje de empleados públicos es superior al de otras zonas. Casi todo el mundo tiene un familiar, o un amigo, que trabaja para la administración y sabe que esto tampoco es 'Jauja'. Es lógico, por otra parte, que en un territorio tan azotado por la precariedad y el desempleo como el nuestro haya quien nos vea como unos privilegiados.

-¿Y lo son?

-Dentro del concepto 'funcionario' se meten muchas cosas. En la administración trabaja personal estatutario, laboral, fijo, interino... Están todos en el mismo saco, pero sus condiciones pueden ser muy distintas. Los funcionarios somos conscientes de que tenemos una gran ventaja: la estabilidad, que no es poco. Lo entiendo. Es un valor importantísimo, y más ahora. Otra cosa, bien distinta, son los sueldos.

-¿También eso está distorsionado?

-Mucho. Hay quien se piensa que todos cobramos un dineral, cuando la mayoría de los empleados públicos pertenece al 'grupo C'. O sea, que son mileuristas. Pueden moverse en un arco de 1.000 a 1.200 euros. Y los hay que cobran menos. También los hay, naturalmente, con nóminas más altas. Pero ¿cuánto debe cobrar el cirujano que trabaja en el SAS en vez de pasarse al sector privado, donde podría triplicar su sueldo? ¿No es razonable que todos los usuarios queramos que a ese doctor se le pague en función de su capacitación y de su responsabilidad, y que siga atendiéndonos a todos, en vez de solamente a quien pueda permitírselo? Lo mismo es aplicable a Educación, Seguridad, etc... La opinión pública tiene que saber que los funcionarios han perdido un 40% de capacidad adquisitiva en los últimos 25 años.

-¿El tópico les condena a estar siempre a la defensiva?

-Es que, por suerte, hay mucha gente que ha superado la imagen plana, el cliché del 'funcionario' típico y tópico, pero hay otra que no. Nosotros no tenemos que pedir perdón por ser funcionarios cuando son ellos los que enseñan a nuestros hijos, nos curan cuando estamos enfermos, vigilan nuestras calles... Y si hay funcionarios detrás de una ventanilla es porque alguien ha decidido que estén allí, y porque también son un escalón necesario para que la maquinaria de las administraciones públicas y los servicios al ciudadano funcionen.

«Curvas para todos»

-¿A quién le interesa vender que ese funcionario de 'caricatura' es representativo?

-Ahora mismo al Gobierno. Quiere que los trabajadores nos entretengamos peleando los unos con los otros. Demonizar a los funcionarios no es un mal comienzo. Mientras andemos discutiendo sobre quién tiene más o quién se merece menos, no estaremos en lo que tenemos que estar: en pedirles cuentas a ellos.

-¿Anunciar el recorte de las nóminas de los funcionarios a la vez que la congelación de las pensiones es una cuestión de 'marketing'?

-Sin duda. El efecto en la calle hubiera sido mucho peor si sólo se hubieran congelado las pensiones.

-¿Esperan la solidaridad de los trabajadores del sector privado?

-Nosotros siempre hemos sido un colectivo solidario. Lo hemos demostrado en muchas ocasiones. Somos capaces de ponernos en el pellejo de los demás. Estuvimos ahí, por ejemplo, cuando hubo que salir a la calle por Delphi. Normal. Somos trabajadores. También les recordaría a los compañeros del sector privado que lo que ha hecho el Gobierno les toca de lleno: ha acabado con el principio de la negociación colectiva. Ha impuesto una bajada de sueldos por decreto. ¿Con qué legitimidad puede pedirle ahora a las empresas que no hagan lo mismo? Nosotros hemos sido los primeros, pero vienen curvas para todos.

-¿Es mentira que van a sufrir un recorte proporcional a sus ingresos?

-Es pura demagogia. Cuando el ministro de Fomento dice: «El que más tiene, que más pague», nosotros respondemos: «Venga». Pero es que no es cierto. Se les ha olvidado, a todos esos rojos de bote, el principio más básico de la izquierda: «A cada uno según su necesidad, y de cada uno según su posibilidad». Lo que ha hecho Zapatero, ¿qué tiene que ver con eso?

-¿No cree que muchas administraciones están hinchadas de personal?

-Están los trabajadores que ellos deciden que tienen que estar.

-¿Y las empresas públicas?

-Eso es otra cosa. Es cierto que estamos asistiendo a una duplicación del aparato administrativo mediante la creación de empresas que se saltan los filtros que garantizan el justo acceso a la función pública. Cuidado: no voy a decir que en las empresas públicas no haya profesionales como la copa de un pino, trabajadores competentes y esforzados, que los hay; pero también hay mucho amigo y mucho político al que ya no saben dónde colocar. Eso sí que es caro. Y a ver quién lo controla.