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Una nutrida representación de los miembros de la hermandad de Jerez, tras degustar un excelente almuerzo en pleno Coto de Doñana. :: juan carlos corchado
Jerez

Jerez ya ve la Ermita del Rocío desde el otro lado de las marismas de Doñana

La hermandad de la ciudad hizo noche en Aguaperal y hoy se presenta ante la Blanca Paloma

JOSÉ VEGAZOwwww.blogs.lavozdigital.es/pepevegazo
DOÑANA.Actualizado:

Un rosario distinto, hecho por los propios peregrinos, realizado desde el amor de los que acompañan a la Blanca Paloma por las arenas del Coto de Doñana, marcó el final del jueves en Carboneras. Pese al cansancio reinante, y a que la jornada de ayer fue durísima por la cantidad de kilómetros que debían recorrer los peregrinos, las sevillanas se engarzaban unas con otras frente al Simpecado de la hermandad de Jerez. Carboneras fue el mejor escenario del amor de una ciudad a la Virgen María, y fue la última noche para muchos de los caminantes que ayer aprovecharon la jornada para llegar andando hasta la Aldea del Rocío, gracias a la cercanía existente entre el Aguaperal y la propia Ermita del Rocío.

Temprano, a las seis y media de la mañana, el pitero entonó el toque de alba. Los mulos estaban ya preparados a las siete y media de la mañana, y la hermandad partió hacia el Cerro de los Ansares a las ocho de la mañana. Las arenas presentaban un estado inmejorable, y eso facilitó la labor de los vehículos para acceder al punto más alto del Coto de Doñana. También los peregrinos de a pie agradecieron la bajada de las temperaturas y la brisa que corrió durante toda la jornada del viernes, sin duda la más dura de toda la peregrinación tanto por la distancia como por la cantidad de arena que hay en el camino.

A las diez menos cinco de la mañana, el pitero llamó a los peregrinos para acercarse ante el Simpecado. El Cerro de los Ansares se convertía de manera improvisada en «la mejor Catedral, la más grande de arena que hay en el mundo». Con esas palabras describió el director espiritual de la hermandad de Jerez, Martín Alexis, a este enclave único de Doñana. De hecho, Jerez es una afortunada por celebrar su misa del viernes en este pareja natural, uno de los más bellos del Coto, y singular por su altura y por su paisaje tan característico. Las primeras dificultades para los coches en el día llegaron en la subida al propio cerro, puesto que algunos coches y tractores tuvieron dificultades para poder acceder. Sin embargo, aunque con diez minutos de retraso, todos los integrantes de la caravana jerezana asistieron a la Eucaristía, que como siempre resultó la más emotiva del camino. En su homilía, el padre Alexis insistió en la necesidad de sentirse «afortunado de poder hacer el camino, de poder estar tan cerca de Dios en este Cerro de los Ansares que es un pedazo de cielo en la tierra». Por supuesto, el recuerdo de los que ya no pueden caminar estuvo presente. Alguno de los momentos más emotivos de la misa fue cuando el padre Alexis invitó a los hermanos de la hermandad a pedir a la Blanca Paloma por aquellos que sufren, por los enfermos. Peticiones a viva voz, con lágrimas en los ojos. Peticiones con fe que seguro que el Pastorcito Divino tendrá en su regazo, porque son peticiones desde el corazón.

El recuerdo a los que no están estuvo siempre presente en el camino, pero se hizo más patente que nunca en esta Eucaristía, ya que el padre Alexis invitó a los asistentes a recordar los nombres de los que ya no están. Y claro, en un camino como este, tan cargado de recuerdos, de sensaciones, de vivencias, los nombres salieron espontáneos, lentos, con el sabor de las marismas eternas. Nombres de rocieros de siempre, de los que partieron el alma a los hombres que los iban recordando. Fue un instante, un minuto, que se hizo eterno en el Cerro de los Ansares. Precisamente los peregrinos jerezanos, que realizan todo el camino andando, quisieron tener un bonito detalle con su director espiritual, el padre Alexis entregándole, a modo de recuerdo por la experiencia, un cuadro.

Tras la Eucaristía, la hermandad partió hacia el Cancelín, puerta de entrada a la Laguna del Sopetón, donde la hermandad tuvo el rengue del almuerzo. Aproximadamente a las dos de la tarde, y pese a las dificultades existentes para pasar por el Cancelín, que presentaba una arena más compacta que en otras ocasiones, pero con muchísima dificultad, la caravana llegó a este enclave, último rengue para muchos peregrinos que ya buscaron sin descanso la Ermita del Rocío. Porque todos los que ayer fueron hasta la Aldea, fuera la hora que fuera, se acercaron a la Ermita antes de llegar a su casa. Porque ese es el destino, esa es la meta de todos los peregrinos. Encontrarse cara a cara con la Blanca Paloma.