Pangloss en Moncloa
Desde luego Zapatero va a seguir siendo Zapatero, con distinta letra pero con la misma partitura
Actualizado: GuardarSi hay un arquetipo para entender a Zapatero -y desde luego Zapatero va a seguir siendo Zapatero, con distinta letra pero con la misma partitura- es el doctor Pangloss. El asombroso numantinismo del presidente ante la inercia devastadora de la crisis reafirmándose en las mismas consignas optimistas hasta el final, negando el abismo como quien se resiste a ver una inundación aunque el agua ya le alcance al cuello, le retrata como un trasunto de aquel personaje satírico de Voltaire con el que caricaturizaba a quienes creen, como Leibniz, que vivimos en 'el mejor de los mundos posibles' donde 'todo va siempre a mejor'. Pangloss experimentaba un optimismo antropológico capaz de negar o justificar las desgracias obvias, desde un naufragio a la cárcel de la Inquisición; y el propio Zapatero, ante el hundimiento de la economía mientras el paro frisaba un trágico record histórico, se ha mantenido aferrado a la idea de que los pesimistas sólo son optimistas mal informados. Pangloss en estado puro.
Voltaire bautizó a su personaje con un despiadado juego de palabras del prefijo griego pan y glossos, 'todo-lengua', ridiculizándolo de ese modo como un parlanchín sin sustancia, lenguaraz pero hueco, de una elocuencia floreada aunque trivial. Y ahora las hemerotecas enfrentan a Zapatero, casi más panglossiano que el propio Pangloss, al memorial desleído con las frases de su optimismo irredento: en 2007, con la crisis ya identificada, él prometía pleno empleo y proclamaba que España estaba a salvo de la crisis; tiempo después aún situaba al país «en la 'Champions League' de la economía mundial» y descalificaba el catastrofismo por antipatriótico; más tarde advertía que su peor cifra del paro sería mejor que la mejor del PP; y desde entonces cada dos o tres meses anuncia el cambio de tendencia con los brotes verdes floreciendo sobre la recesión. La jauría implacable de los titulares le ha perseguido en vano.
Y aunque Zapatero sepa íntimamente que su espejismo se ha desvanecido, Zapatero va a seguir siendo Zapatero, como Pangloss. Sí, ha hecho recortes amargamente drásticos, pero eso no cambia su discurso de que todo sigue siendo para mejor. Su nuevo optimismo es ahora la fe en la tijera. De momento ha anunciado la reforma laboral sí o sí, hasta donde no pudo llegar siquiera Aznar, y le seguirá la reforma del sistema financiero e incluso hay un globo sonda para eliminar el subsidio de emergencia social. Una vez que Zapatero se ha caído del caballo camino de Damasco pasando por Bruselas, todo es diferente pero en definitiva va a ser lo mismo. Donde antes vendía resistir ahora vende recortar. Antes trinchera, ahora tijera. Sólo es eso, con el entusiasmo de siempre. En definitiva lleva dentro a Pangloss.