NUEVAS RELIGIONES

Mucho antes de que estallara la bomba del recorte en el gasto público, una viñeta gráfica publicada en un periódico daba una imagen precisa de la situación económica en la que vivimos. Más o menos venía a decir que antes nos poníamos de rodillas en las iglesias y pedíamos dinero en los bancos y que ahora, no nos quedaba más remedio que pedir en las iglesias y arrodillarnos ante los bancos. Y aunque resulte exagerado tendremos que ir aceptando esa nueva religión cuyos mandamientos hemos de cumplir cada mes con el recibo de la hipoteca, esa nueva liturgia que nos cobra el diezmo en cuanto nos pasamos, ese nuevo credo que nos obliga a confesar nuestros excesos y a arrepentirnos cada día treinta. Mientras, como en una peregrinación, vamos hacia ninguna parte con nuestra crisis como estandarte. Unos caminan hacia delante y otros ya no saben adónde van. La Junta de Cofradías, los Hermanos Mayores, y hasta los sobrinos más pequeños se entretienen diseñando una Procesión Magna para el 2012 como colofón -tal vez como expiación- a tanto despropósito que tendremos que ver ese año. Y le van surgiendo dudas, ¿saldrán todos los pasos a la calle o sólo unos cuantos elegidos? ¿se podrán recoger todos el mismo día? ¿habrá cargadores suficientes en la ciudad? -ahí, más que dudas, hay otra cosa- ¿quién pagará las flores y la cera? ¿harán carrera oficial o solo paseíllo?¿es un aliciente para la ciudad que haya tanta cofradía en la calle?. Y usted, como yo, también tiene las suyas. Con lo que tenemos encima ¿es necesario ese gasto? ¿tienen algo que ver las churras con las merinas? ¿qué pinta una procesión en la conmemoración de la Constitución? Déjelo. No tiene pies ni cabeza. Yo, por si acaso, me voy al banco a cumplir con mis preceptos.