QUIERO SER FUNCIONARIO
Podría ocurrir una desgracia mayor: que esta racha pase y todos esos sigan tal cual
Actualizado:Ha comenzado el reparto de los penes y las heces. Que cada cual coja su currículo (muchos lo suplantan con un diario erótico o el árbol genealógico) y lo use como plato para intentar recoger la ración de porquería que le va a caer del cielo económico. Con eso, en el mejor de los casos, tendrá que sobrevivir años. Que nadie se la coma de un bocado. Todo empezó, siempre, en Grecia. Pero unas cosas llegan antes que otras. Lo de recortar a los cortados ha tardado un plis, porque ese virus viaja por 'e-mail' (use muchos anglicismos, le conviene). Allí, en Atenas, nació también la palabra demagogia, que ahora tapará cualquier hemorragia particular de asombro e indignación. ¿Por qué pagan los saqueados el saqueo? ¿Por qué los ávaros que provocaron todo esto conservan cada privilegio y los tiesos tienen que pagar a escote con más renuncias? Son preguntas demagogas, simplistas. Respuesta mágica.
Tampoco pasará nada más. Nos han drogado durante años con individualismo para facilitar el reparto final de compensaciones, descompensaciones, migajas, y cuchilladas. Desconfiad de los funcionarios, porque ellos son unos vagos improductivos. Renegad de los pensionistas, parásitos por su ocurrencia de cumplir años. Escupid a los sindicatos acomodados, sobornados y desnortados. Preferimos cazaros de uno en uno. Apartad a los parados, que no se han preparado. Facilitemos el despido en la empresa privada, aún podemos echar a más en el reino mundial del paro, aún podemos inocular más miedo a las mermadas plantillas. Y sin rechistar. Esos dos aún pueden hacer el trabajo de nueve, aún es posible enchufar a un pariente más, ascender a un mediocre más. Necesitan gregarios que les escolten por si alguien se despierta. Por una perra gorda más y cinco minutos de genuflexión menos se venderán millares.
Todos contra todos, que empieza el ajuste de cuentas. La primera vez, se lo recuerdo a Guerra. Don Alfonso. «Desde la crisis del petróleo del 73, incluso desde el asesinato de Kennedy, la política empezó a ceder capacidad de decisión al poder económico. Eso no ha hecho más que crecer». Más o menos decía eso y, más o menos, le he escuchado decir lo mismo a una decena de cabezas bien dotadas en los últimos años. Fernando Vallespín ha sido el último. La galopante impopularidad de los dirigentes políticos tiene, además de la corrupción, otra causa según el sociólogo: «Cada vez pueden hacer menos cosas».
Ardan los mercados
De Rajoy a Barroso, de ZP a PP Blas, no se sabe si dan más pena que vergüenza. Con su chándal electoralista y sus rodilleras de balonmano, ceden a los mercados, confían ciegamente en ellos (ya sean recalificadores de deuda o aparcamientos subterráneos) porque no tienen una idea más. Consienten que yo me tenga que bajar el sueldo (las barbas privadas están empapadas) mientras los especuladores aún cargan a la empresa el ticket de la tintorería. Permiten que los pensionistas se congelen mientras mantienen campañas publicitarias absurdas (bebe agua si hace calor), mientras a diario se van millones por el sumidero de subvenciones, cursos, asesores, mientras todas las administraciones tienen caros caprichos audiovisuales para que sus próceres eternicen sus cargos.
Entre los paganos funcionarios están los que tendrán que rajarme si enfermo, los que tendrán que sacarme si entro, los que tendrán que socorrerme si me persiguen, los que tendrían que ayudarme a educar a mis hijos.
No me gustaría encontrarles aún peor pagados, represaliados, desanimados, como los de la empresa privada. Con los brazos agachados, a la espera de la guillotina. Qué será de los que cumplen. Son gran mayoría los que ganan menos de 1.500 euros. Más que unos privilegiados, les considero hermanos pringados. Menos desamparados, pero igualmente acorralados. Han sido los primeros en pagar, tras los parados, pero habrá más. Es el principio. Quizás sólo se pueda parar si empezamos a combatir la situación uno a uno, si cada cual intenta despertarse por su cuenta y apunta bien. Los dirigentes políticos hace tiempo que son marionetas. Igual, cada cual, tiene que buscar ahora a un funcionario, a un parado, a un griego en su interior. A partir de ahí, recurrir al valor purificador del fuego, dirigirlo en primera persona contra el representante de «los mercados» más cercano que tenga. Con cuidado, aprendiendo de los errores. Ninguna víctima sin despacho ni consejo de administración. De ahí, para arriba.
A ver si va a ocurrir una desgracia aún más grande: que esta infame racha pase y todos esos sigan tal cual. Cada uno debe encontrar «las soluciones justicieras» que ayer mismo reclamaba Caballero Bonald.