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Juan Luis Cebrián | Periodista

«El periodismo siempre necesitará buenos narradores»

Daniel Pérez
Cádiz. Actualizado:

Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo Prisa, escritor y conferenciante, propone en su último trabajo, ‘El pianista en el burdel’, una colección de ensayos sobre la profesión y la empresa periodística, que viven un momento crucial tras la irrupción de las nuevas tecnologías.

–En su juventud estuvo a punto de hacerse religioso. ¿Creer en la vigencia de la función social del periodismo, hoy por hoy, es una cuestión de fe?

–Es una cuestión de confianza, por lo menos...

–Si volviera a fundar un periódico, con el mismo espíritu de modernidad de ‘El País’ del 76, ¿sobre qué pilares lo levantaría?

–Fundaría algo en la red, pero con los mismos valores que mantuvimos entonces: defensa de la libertad y la democracia, que implica la defensa de las minorías, investigación y búsqueda de la verdad, respeto al pluralismo...

–¿Estamos viviendo el momento más trascendental de la historia de esta profesión?

–No, hubo otros. Hace 200 años, por ejemplo, aquí en Cádiz, cuando se hizo el decreto preconstitucional sobre libertad de imprenta. Ésta es una etapa muy importante: hay un cambio de paradigma evidente en todas las relaciones sociales.

–¿Quién va a quedarse en el camino?

–Mucha gente. La sociedad digital implica una revolución, y la revolución puede devorar a sus hijos.

–Las cabeceras están afrontando la supervivencia del papel desde dos posiciones distintas: hay quien copia el modelo televisivo, con muchas piezas ligeras y breves, y quien está apostando por la extensión y la profundidad de los textos, precisamente para diferenciarse del audiovisual. ¿Quién tiene la razón?

–Los dos y ninguno. El problema es que la Red obliga a un cambio de concepto, también en los sistemas de conocimiento, relaciones sociales, organización de poder, etc... Tratar de reproducir en Internet lo que sucede en el mundo analógico me parece un error. No tengo la respuesta, porque nadie la tiene, pero creo que sé lo que no se debe hacer: imitar lo analógico.

–A pesar del cambio de soporte, que exige textos más rápidos y más cortos, ¿sigue defendiendo la máxima de que el buen periodismo siempre será literario?

–Sí. El periodismo es una narración que siempre necesitará buenos narradores.

–¿Es eso lo que garantiza la supervivencia de los periodistas?

–Eso, y nuestra propia capacidad de análisis, de comprensión de la realidad y de transmisión a los demás.

–¿Qué ha encontrado en la novela que no le ofrecía el periodismo?

–El periodismo se construye de transmisión de datos, análisis, declaraciones... Las emociones, los sentimientos, necesitan de la ficción.

–¿Hemos cambiado definitivamente la censura por la autocensura, el ‘no me dejan decirlo’ por el ‘prefiero no meterme en líos’?

–La autocensura es un mal extendido en las redacciones. Corre como la pólvora en momentos en donde hay preocupación por mantener el empleo y otras cuestiones de ese género. Es lógico pensar que con la crisis todo eso se esté acentuando. Como dicen los castizos, ‘el miedo es libre’.

–¿Los periodistas de ahora somos más vanidosos y menos autocríticos que los de su generación? –Soy un optimista, creo en la historia como acumulación de progreso, y normalmente los hijos son mejores que los padres. Cada generación, también de periodistas, supera a la anterior.

–Ya sabe cómo está el sector. Hay precariedad, inseguridad, bajos sueldos. Si tuviera 18 años, ¿qué carrera elegiría?

–Cuando tuve 18 años elegí ser periodista, y no me arrepiento. Y empecé como becario. Estuve trabajando sin cobrar casi un año.

–No es el tema central de su visita, pero no se habla de otra cosa. Después de que usted dijera que, en determinados aspectos de su gestión, el Gobierno se estaba comportando como una república bananera y que, en castellano, ‘brotes verdes’ es lo mismo que ‘capullos’, ¿cómo ve la congelación de pensiones y el recorte al sueldo de los funcionarios?

–Son medidas dolorosas, impopulares, pero absolutamente necesarias. Y probablemente vengan más. Por fin el Gobierno empieza a gobernar, que es algo que estábamos echando de menos. Hasta ahora, los gobernantes en general, no sólo los de España, estaban tratando de aplazar las decisiones más duras a ver si mejoraba el tiempo, pero esto no es un problema meteorológico.