Un juez con vocación universal
ETA le dio reconocimiento nacional, Pinochet le convirtió en estrella mundial
MADRID.Actualizado:Baltasar Garzón no nació en la Audiencia Nacional. Es más, no fue ni siquiera uno de los primeros jueces en ocupar destino en el entonces todavía adolescente tribunal de la calle Génova. Garzón -nacido el 26 de octubre de 1955 en la localidad jienense de Torres- llegó a la Audiencia Nacional con 32 años, allá por 1988, cuando esta sede judicial era sinónimo de lucha de la democracia contra el narcotráfico y contra ETA. El recién llegado no tardó en despuntar en esos dos campos por su hiperactividad judicial. Un día viajaba a Francia para interrogar a los terroristas detenidos y otro día la emprendía contra los 'capos' gallegos y mandaba a la cárcel a Laureano Oubiña.
Así estuvo cinco años. El juez de Jaén ya era una celebridad para cuando en 1993 decidió dar el salto a la política como número dos de las listas del PSOE por Madrid, sólo por debajo del mismísimo Felipe González. Dicen que aspiraba a ministro y su nombramiento como secretario de Estado del Plan Nacional Antidroga le supo a poco. De hecho, en mayo de 1994 ya estaba de vuelta en la Audiencia Nacional.
Fue por entonces cuando comenzó su etapa más polémica y mediática.
El otrora azote de terroristas y narcos se convirtió también en pesadilla de sus anteriores compañeros políticos cuando abrió las investigaciones sobre los GAL. Años de polémicas pesquisas que concluyeron con la condena del ex ministro del Interior José Barrionuevo y de su secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera.
Los sumarios sobre los GAL convirtieron al juez en el más conocido del país, pero el nombre de Garzón apenas decía nada fuera de las fronteras hasta que en 1997, en una decisión sin precedentes en la justicia española, decidió abrir una investigación por genocidio contra las juntas militares que sojuzgaron Argentina entre 1976 y 1983. La Audiencia Nacional, tras un largo debate, confirmó su jurisdicción para entender de los delitos de 'lesa humanidad'.
Icono justiciero
Pero el juez puso el listón todavía más alto: en 1998, pidió, y casi consiguió del Reino Unido, la extradición del dictador chileno Augusto Pinochet en un culebrón que duró varios meses. Pinochet no pisó España, mas Garzón se convirtió en uno de los iconos mundiales de la 'justicia universal', hasta el punto de que en 2002 hubo organizaciones de derechos humanos que promovieron su candidatura como al Premio Nobel de la Paz.
A finales de los años noventa, el magistrado se centró en la lucha contra el llamado entorno político de ETA. Hizo suya la teoría del entonces ministro del Interior Jaime Mayor Oreja de que «ETA no son sólo los comandos» y se empeñó a partir de 1998 en estrangular las redes de apoyo político, social, económico e internacional de la banda, así como su cantera. Fueron los años de los golpes a Batasuna, Xaki, Jarrai, Segi, Haika, Gestoras pro Amnistía... alguno de estos sumarios contra el entorno legal, como el de 'Bateragune', todavía hoy siguen vivos.
De la última década, más allá de ETA y de los sumarios contra las células durmientes islamistas en España, destacan por encima de todo cuatro casos. Y los cuatro han supuesto para el juez serias complicaciones. Por tres de ellos (Gürtel, Banco Santander y franquismo) podría acabar condenado en el Supremo. Por el cuarto, el sumario del caso Faisán o del chivatazo a ETA, ha recibido durísimas críticas por parte del PP, que acusa a Garzón de no querer investigar la implicación en la delación de la cúpula del Ministerio del Interior.
Ayer recibió la noticia de su cese mientras instruía el que debía ser su último gran sumario, la 'operación Pretoria' contra la corrupción político-urbanística en Cataluña.