APRENDER
Actualizado:El juego y la victoria del equipo amarillo frente al Elche el pasado domingo, con la consiguiente salida de los puestos de descenso, nos confirman sus posibilidades reales de permanencia en la Segunda División y nos renuevan la confianza cimentada en la experiencia de un entrenador que, además de sus conocimientos técnicos, ha hecho gala de una indudable habilidad para asumir los resultados adversos y para administrarlos como armas psicológicas. Sin necesidad de acudir a las lamentaciones ni a las arengas, Víctor Espárrago ha sabido rebajar el efecto negativo de las derrotas y ha manejado hábilmente las situaciones de presión transmitiendo unas sensaciones de tranquilidad e inspirando sentimientos de confianza. Por eso, desde que llegó, nos ha repetido hasta la saciedad que tanto la euforia desmedida como el pesimismo desproporcionado constituían los peligros más previsibles y las amenazas más graves para que alcanzar los objetivos tan ansiosamente deseados por todos. Nos equivocaríamos si llegáramos ahora a la precipitada conclusión de que, tras ganar este partido, se ha conseguido el objetivo. Hemos de reconocer que, por muchas cuentas que hagamos, la salvación no se logra con estos tres valiosos puntos -es una obviedad- sino alcanzando una suma total de puntos más elevada que la que consigan los demás adversarios. Si es cierto que la liga es una prueba de regularidad, también es verdad que 'la final' siempre es el próximo partido. El técnico Víctor Espárrago, en contra de las rotundas afirmaciones de algunos entrenadores y de abundantes críticos, nos explica cómo hemos de aprender lecciones tanto de los partidos malos como las de los buenos, y cómo las experiencias acumuladas, tanto en las derrotas como en los triunfos, ayudan a resolver los problemas de la próxima jornada.