Cameron y Clegg sellan un plan de 5 años
El programa de la coalición de conservadores y liberales fija por ley la duración del Gobierno
LONDRES.Actualizado:El nuevo primer ministro británico, David Cameron, lo definió como «un liderazgo fuerte, estable, decidido». El nuevo viceprimer ministro, Nick Clegg, dijo que «no es sólo un nuevo Gobierno, sino también una nueva política». El alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson, lo describió, con más humor, como «un cruce entre perro dogo y chihuahua».
El Ejecutivo de coalición entre conservadores y liberaldemócratas, formado con nocturnidad en pactos negociados durante largas reuniones en los últimos días y confirmado en el atardecer del martes, con el tiempo justo para que Cameron y su esposa Samantha tomaran posesión de su nueva residencia, se presentó ayer finalmente a plena luz del día.
Primero se registró la llegada del líder de los liberaldemócratas, Nick Clegg, que fue recibido en la puerta del 10 de Downing Street por Cameron. Hubo fotos, apretones de manos, sonrisas y palmadas en la espalda. Los dos hombres comparten el haber nacido en familias muy ricas y haber disfrutado de una buena educación -Cameron en Eton y Oxford, Clegg en Westminster y Cambridge-.
Tras ultimar detalles sobre la formación del Gabinete, los dos líderes del primer Gobierno de coalición en Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial, convocaron a la prensa en el jardín de las rosas, en la parte trasera de Downing Street. El día había amanecido fresco pero apacible y Tony Blair ya creó el precedente de las conferencias al aire libre.
Cameron y Clegg presentaron las líneas maestras de actuación ofreciendo la sensación de que su relación personal es buena, de que están dispuestos a que la coalición dure y de que quieren protegerse mutuamente, con el aliento de estar cambiando la política británica, de los difíciles tiempos que se avecinan, tanto para sus políticas como por las críticas que ambos sufrirán de sus propios correligionarios.
Suavizar
La sintonía personal de ambos se ilustró cuando un periodista preguntó a Cameron si lamentaba que un día, a la petición de que dijera un chiste, repuso: «Nick Clegg». «Bueno...», comenzó ayer el conservador con apuros. «¿Lo dijiste?», le preguntó el liberal. «Me temo que sí». Clegg hizo ademán de marcharse. «¡Vueeelveee!», pidió Cameron cerrando la pequeña comedia.
Esa relación personal estará tasada por el desigual papel de ambos en el Gobierno. Clegg trabajará en una oficina del Ministerio del Gabinete, anexo al número 10. Cameron dijo que la relación de ambos no se basará en tener reuniones para aprobar decisiones. Es difícil ver entonces qué papel concreto tendrá el liberal en la maquinaria del Gobierno. Que la coalición sea duradera, tiene una traducción concreta. El esbozo de pacto entre ambos partidos señala que se presentará inmediatamente un proyecto de ley por el que se fija en cinco años el tiempo de duración de un Gobierno. Las próximas elecciones serán el primer jueves de mayo de 2015.
Ese cambio constitucional era propuesto por Cameron cuando se presentó al liderazgo del Partido Conservador y luego fue abandonado. Se incluía en el programa electoral de los liberales. El cambio obliga a los gobiernos a definir políticas a largo plazo, según el líder conservador. Y al mismo tiempo se comprometen a celebrar un referéndum para cambiar el sistema electoral y un reajuste general de las circunscripciones, que podría tener repercusiones profundas.
La tercera promesa de Cameron y Clegg fue la de hacer frente a las difíciles decisiones que debe tomar el Gobierno para reducir el déficit de las cuentas públicas en un momento de crecimiento prácticamente nulo. El documento de bases de la coalición, que ha de desarrollarse ahora, suaviza las propuestas electorales de ambos partidos, compensando las ideas de uno con las de otro en materia fiscal o en la política europea, mientras se reafirma en las compartidas: rechazo de los planes de Ferrovial para construir una nueva pista en el aeropuerto de Heathrow y eliminación de los planes para crear un DNI o un pasaporte biométrico.
Los grupos parlamentarios de ambos partidos han respaldado el pacto de sus líderes, pero están pidiendo un cambio cultural a los miembros y seguidores.