«Desde el sábado ya me han cancelado dos vuelos»
La Parra se llenó ayer de pasajeros que aceptaban con paciencia la situación, pero que reclamaban soluciones a las aerolíneas
JEREZ. Actualizado: GuardarUn cruce de diversos idiomas y malas caras es lo primero que se encontraba ayer por la mañana el que cruzara las puertas de la terminal del Aeropuerto de Jerez. La nube de cenizas que escupe sin descanso el volcán de nombre impronunciable intoxicó ayer los planes de los que pretendían viajar a Madrid y Barcelona, casi todos por motivos de trabajo, o a ciudades europeas como Fráncfort y Bruselas, y que se dieron de bruces con la cancelación de sus vuelos a causa de la capa de residuos.
Casi todos los afectados ya estaban alerta desde el día anterior y sabían que podían encontrarse con las puertas de embarque cerradas, pero prefirieron acercarse hasta La Parra «por si acaso la cosa no era para tanto y al final los aviones salían», como contaba la joven María del Pozo, que viajaba a Barcelona junto a su amiga Carlota Ríos. No tuvieron suerte.
Sin embargo, pese a los malos augurios, que se convirtieron en certeza cuando Vueling les mandó una mensaje en torno a las 9.30 horas anunciando la cancelación de su vuelo, las dos se dirigieron al aeropuerto con la esperanza de coger el primer vuelo disponible o cualquier medio de transporte alternativo que se habilitara. María se lamentaba de que «mañana (por hoy) tengo una entrevista de trabajo en Barcelona», pero confiaba en la comprensión de la empresa porque «¿qué se puede hacer ante un previsto así?».
En los bancos de la terminal jerezana, debajo de los grandes paneles en los que ayer sólo lucía un mensaje, «Cancelado», descansaban muchas familias que habían ido a despedir a los suyos y que esperaban pacientes mientras los frustrados viajeros hacían largas colas ante los mostradores de las compañías para recibir información de qué opciones tenían tras la suspensión.
Regla Pérez es una de las que espera a su marido, que esa misma mañana debía haber viajado a Fráncfort para iniciar una nueva etapa laboral llena de más esperanza «frente a lo complicado que lo tiene en España». Antonio es enlosador, y se va Alemania a trabajar, pero ya no podrá hacerlo hasta mañana, que es para cuando le han dado el nuevo billete de Ryanair. «No va a haber problema, él y otros compañeros que se marchan ya han explicado la situación y les van a esperar», explica su mujer, consciente de que tendrá unas horas más para pasar con él hasta la despedida por tres meses.
Pese a todo, ella y sus hijos se quejaban de que llevan desde el día anterior llamando por teléfono sin que les confirmaran nada, «y luego llegas aquí y te encuentras tirado». Eso sin contar con que los nervios que Antonio pasó ayer tendrá que revivirlos mañana otra vez.
La que ya debe tener experiencia a estas alturas es Erika, una joven que debía haber volado a Alemania el pasado sábado y que ya entonces tuvo que volverse a casa por culpa de las cenizas. Ayer, de nuevo, su avión se quedó en tierra y su tío, Manuel Esquivel, regresaba por segunda vez a Rota con ella a la espera de que al tercer intento «vaya la vencida». Erika estaba pasando unos días en la provincia viendo a la familia, y se toma con paciencia la situación. Y eso que hasta los ordenadores de las aerolíneas se colapsaban.
Otros, como Aitor Aldonza, se quejaban de que Vueling no aportara más soluciones para hacer posible que llegara a Barcelona, donde hoy tiene una reunión de negocios. «Sólo venden billetes para otro día, ya no hay trenes y dicen que no fletan un autobús porque no somos suficientes pasajeros para llenarlo», se lamenta antes de añadir que «debían haber tenido previstas más soluciones».