Y al noveno día, el Real descansó
La Feria más larga se despidió ayer con poco público después de más de una semanaLa lluvia no hizo aparición al final sobre el Hontoria, en una última jornada marcada por el fuerte viento de levante
Actualizado:La Feria del Caballo, que empezó como una moto hace casi nueve días, se despidió ayer tristemente, como todos los años. Los domingos, la fiesta ya es un pobre reflejo de lo que fue, sobre todo teniendo el día del sábado como referencia. Y es que si la penúltima jornada el Real explotó y estuvo a rebosar, ayer el parque González Hontoria amanecía semivacío y así siguió el resto del tiempo.
Si el sábado fue la cara, el domingo fue la cruz. Algo lógico, teniendo en cuenta la longitud de la Feria este año, que ha durado prácticamente nueve días gracias a la coincidencia con el Gran Premio de Motos. El Ayuntamiento pidió a los caseteros que aceleraran el montaje para adelantar la fiesta y casi todos hicieron caso. Los jerezanos, como respuesta, han dosificado sus energías y han alternado el bullicio con el descanso. Ayer, sin duda, predominó lo segundo.
Además, el tiempo no acompañó. Las previsiones meteorológicas no se cumplieron, teniendo en cuenta que amenazaba un 90% de posibilidades de lluvia, pero el levante se hizo más presente que nunca sobre el albero. El polvo se levantó con fuerza como un domingo en Valdelagrana y ya se sabe el problema que ha habido durante la Feria con las alergias, debido a la falta del cloruro potásico.
Los feriantes, sin voz
La crisis ha hecho mella y el albero este año no se ha asentado, pese a las críticas de los miles de visitantes y jerezanos. Si a ello se le suma el exceso de decibelios en las casetas y el esfuerzo que hay que hacer para hacerse escuchar, es lógico que la voz de más de uno se asemejara ayer a la de Vito Corleone.
Por lo demás, el paseo principal del Hontoria era ayer el contrapunto perfecto de la estampa del sábado. Los caballos desfilaban ya cansados por el parque; las casetas, donde era imposible pedir mesa el día anterior, aparecían animadas pero desde luego sin la euforia de la penúltima jornada; era difícil ver a alguien ya vendiendo claveles; el albero se convirtió en barro desgastado por las ruedas de los coches de enganches, que ya escaseaban; el sol fue sustituido por el levante y el bochorno; y los trajes de gitana y de chaqueta por las camisas, vaqueros y ropa más informal.
«¡Ay, que te como y te como!», uno de los 'hits' de la Feria, seguía ayer sonando en el templete, pero se bailaba ya con menos ganas. Solamente los más pequeños, en la zona de los cacharritos, seguían tan animados como el primer día. Ellos, que saben disfrutar el presente, evitan inconscientemente pensar en lo que fue la Feria y en lo que sería en unas horas.
Por la noche, los únicos moradores que quedaban eran los de las casetas de la juventud: los 'jartibles', es decir, los que aguantan hasta poco antes del desmontaje, que será la imagen de la Feria del Caballo durante estos días.
Porque la estructura ferial tarda tanto, o más, en desmontarse que en montarse. Los metales que sostenían las casetas serán los únicos testigos de esta fiesta que se ha dado en llamar «la ciudad efímera».
De este modo, el parque volverá a aparecer vacío, ya que el lugar donde no cabe ni un alfiler durante una semana larga no tiene demasiado uso el resto del año.
Turno de balances
Y de nuevo, el eterno retorno. Ahora toca el turno de los balances. Para el Ayuntamiento, habrá sido la mejor edición de la Feria y habrá alcanzado un nuevo récord de visitantes pese a la crisis, gracias a la coincidencia con las motos; para los hosteleros, la recesión habrá pasado factura y se podría haber mejorado la organización del evento. Cuestión de prismas.
De momento, la Delegación de Cultura y Fiestas ya ha adelantado que uno de los puntos negros de la fiesta ha sido el exceso de decibelios, por lo que ha habido que levantar acta a varias casetas. También el botellón, de ahí que el año próximo se tomen medidas como incrementar la vigilancia y la iluminación en las zonas afectadas.
Como es sabido, la Feria ha estado dedicada este año al País Vasco y ha habido pocas modificaciones respecto a ediciones anteriores. Más de un millón de bombillas han iluminado el Real y 222 casetas han acogido a los visitantes venidos de todos los lugares de España y de otros países.