Angelitos de la guarda
Cruz Roja garantiza la asistencia sanitaria las 24 horas del día, durante toda la semana, además de otros servicios adicionales La tarea de José Luis consiste en asegurar las comunicaciones entre las unidades
JEREZ. Actualizado: GuardarCrujen las interferencias en la emisora de radio. Alguien pide una ambulancia para Onda Cero. En principio, parece sólo un desmayo. La clásica lipotimia de andar por casa. Pan comido. Pero no conviene confiarse. José Luis Sánchez hace la gestión y suenan las sirenas, camino del Real. Vuelve a pitar el walkie. Un médico. Esta vez es un hombre mayor, pálido, sudoroso y con la camisa desabrochada, quien espera la atención de algún especialista. Probablemente sea sólo una bajada de tensión. De nuevo se pone en marcha el protocolo.
En el centro de operaciones de Cruz Roja, ya fuera del Hontoria, junto a los cacharritos, velan los voluntarios. Hasta 160 pasarán por esta feria, de manera completamente altruista. Entre ellos, José Luis, que estudia ingeniería eléctrica y electrónica, pero que aquí dirige el aparato tecnológico y las comunicaciones. «Hasta el momento, y a ver si hay suerte y la cosa continúa así, está siendo una feria tranquila, sin más incidentes que los habituales: algún traspiés, intoxicaciones etílicas, bajadas de tensión o de azúcar, niños perdidos...».
A José Luis le dio por probar en la Cruz Roja a los 16. «La verdad, no tenía muchos amigos, y una prima mía, que estaba metida en el mundillo, me dijo 'vente'. Salí con ella una tarde y ya van para 8 años». Comenzó a hacer cursos, montó servicio en la ambulancia, como auxiliar de transporte sanitario, se hizo conductor y luego se especializó en telecos. Ahora lo mismo coge el vehículo que hace guardia en el camión. «Son muchas horas, porque el puesto no cierra, pero hay buen rollo entre los compañeros, somos amigos, y así se sobrelleva bien la feria».
A pesar de eso, José Luis dice que si no estuviera en la Cruz Roja, por su carácter, probablemente andaría trabajando en otra cosa. «No me va mucho la juerga», explica, como disculpándose.
Una chica de falda mínima pide ayuda. Los tacones la están matando. Tirita al canto. El presidente de una asociación de vecinos pregunta si puede sentarse un rato a la sombra. No se encuentra bien. Le dan un chute de vitaminas. Un padre quiere que a la niña le pongan la pulsera. Y así sigue José Luis, esperando que llegue la noche, lo más complicado, «porque el perfil es otro».