CARCELERA

La gente habla de lo que le da la gana, que es justamente de lo que tiene ganas de hablar. Lo que ahora anda en lenguas de la gente es el conflicto fiscal de Isabel Pantoja. La peripecia de la gran cantante, que no cantaora, ha relegado a segundo término otros asuntos más importantes, ya que no siempre le damos más importancia a lo que de verdad importa. España cañí. El fiscal pide tres años y medio para la tonadillera. La acusa de meter en la lavadora dinero negro hasta dejarlo blanco blanquísimo. Presuntamente lo habría recibido de su ex pareja el ex alcalde de la saqueada Marbella, don Julián Muñoz, alias 'Cachuli'. Se preguntó Bécquer dónde va el amor cuando el amor se acaba. Quizá exista un refugio celeste para ese fluido magnético que sin duda mueve el mundo, aunque luego lo deje en el mismo sitio.

Si fuese condenada a esa pena la niña Isabel, por no haber tenido cuidado con sus cuentas, sería algo penoso para su muchedumbre de admiradores, pero al igual que sus batas las discusiones con Hacienda traen cola. ¿Cómo justificar lo injustificable? Quizá eso sólo esté al alcance del señor Bono, que así le luce el pelo, aunque de ninguna manera sea comparable a la nocturna melena de la Pantoja. Según la agobiada Fiscalía Anticorrupción, el citado 'Cachuli' llegó a amasar tres millones y medio de euros de procedencia ilícita y utilizó las cuentas de su efímero amor eterno para canalizar una parte. Para amasar una fortuna no hay nada mejor que ser dueño de la tahona.

Veremos en qué queda esto y sobre todo veremos lo que le queda a ella de la condena. Siempre se ha llevado una buena parte, pero todos han enriquecido, literalmente, su espectacular biografía y su leyenda, que es lo que apasiona a la gente. Presuntos amores unisex o con toreros que le echaron un par. La gente siempre habla por hablar, pero ahora va a hablar la Justicia. Es su turno.