En busca de la felicidad
Actualizado:Recientemente he leído un texto que me ha impactado: «felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace». Podríamos pensar que su autor es un estoico griego, o Aristóteles, o Agustín de Hipona, o Tomás de Aquino, o Pascal. Pues no: su autor es Jean Paul Sartre, un existencialista total. No se cansan de insistirnos que la felicidad es un derecho que uno debe exigir a la vida. Que la felicidad es sentir cosas agradables y placenteras, hacer lo que se quiera, vivir tu vida, trabajar en lo que te guste, disfrutar de todo lo que hay a tu alrededor en todo momento mientras el cuerpo (y la mente, no lo olvidemos) aguanten. Eso sí: sin responsabilidades ni obligaciones.
Pues resulta que Sartre, un filósofo amargado sin visión trascendente, no piensa lo mismo: la felicidad está en querer lo que se hace. Cuando somos jóvenes pensamos que vamos a hacer en la vida todo lo que queramos, y que la gente va a hacer lo que le digamos. Conforme pasa el tiempo nos vamos dando cuento de que no hacemos lo que queremos sino lo que nos dejan y es posible, y además, los demás van bastante a su aire, de modo que de cien acontecimientos que vivimos al día podemos controlar muy pocos, quizás dos o tres.
La felicidad no está fuera de nosotros, sino dentro. Quizás nos habíamos planteado otra cosa de jóvenes, pero por las circunstancias de la vida hemos terminado donde estamos, muchas veces en otro sitio distinto e imprevisto inicialmente. ¿Qué debemos hacer: enfadarnos y despotricar por no haber conseguido las metas propuestas o darle gracias a Dios por lo que tenemos y disfrutar haciendo el bien a los demás desde nuestro sitio y aportando un sueldo a nuestra familia? Aunque Sartre no es uno de mis autores preferidos, estoy de acuerdo con él en esto: lo contrario sería vivir como Alicia en el país de las maravillas, que por cierto, es uno de los primeros cuentos surrealistas que se escribieron.