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Mujeres, de gitana. :: J. C. C.
A MI AIRE

EL TRAJE Y LOS TRABUBUS

JAVIER BENÍTEZ
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Gracias, gracias, gracias. Me han hecho caso. Mis plegarias no han sido en balde y el Ayuntamiento decidió ayer rociar el Real del parque González Hontoria con una mijitita de cloruro potásico. Me confesaron los responsables municipales se habían decantado por utilizar otra vez el producto que impide que se levante el albero, aunque en pequeñas dosis porque años atrás ha habido gente que se tuvo que ir directamente desde la caseta a las urgencias del Hospital de Jerez. No me extraña si tenemos en cuenta, por ejemplo, que mi amigo cloruro es uno de los componentes de las inyecciones letales con las que ejecutan a los presos condenados a muerte en los Estados Unidos de Norteamérica. Bien, solucionado este problema gracias -no lo duden ni un instante- a nuestra insistencia desde las páginas de LA VOZ, prosigamos con estos ecos de sociedad dedicados a la Feria del Caballo. El jueves, espectacular. Como el resto de los días, el tiempo acompañó -es el comentario generalizado: la suerte que estamos teniendo esta Feria con la climatología- aunque desde primera hora del día estaba un poco más entoldadito.

Y estaba servidor en la caseta de La Garrocha cuando vi aparecer el traje de gitana, no un traje no; el traje. Creo que llegué a dar con la mandíbula en el albero, pero como ya tenía cloruro potásico no hubo ningún problema. Yo voy a crear una plataforma, que hace ya algunos meses que en Jerez no se crea ninguna y hay que mantener vivas las tradiciones. La mía va a llamarse: 'Plataforma por la construcción en el centro de la Feria de un monumento dedicado a Amparo Macía y a todos los diseñadores de trajes de gitana'. Espero adhesiones a la causa. Tengo que reconocer que se me cae la baba con una mujer vestida de flamenca. Me parece que el traje favorece especialmente a la mujer y que todas deberían tener el tuyo. Mira, otra plataforma: 'Ninguna mujer sin su traje'. Bien, pues como les decía ayer vi el definitivo. Negro con ribetes blancos, pequeños lunares blancos sobre el fondo negro que en la zona del talle dibujaba grandes lunares negros cuando desaparecían los pequeñitos. Mangas con terminación en pequeños volantes de estos mismos colores. Elegancia, estilo y porte. Su propietaria lo lucía con especial garbo, consciente de que iba provocando microinfartos cardiacos a su paso. Hoy haré guardia en el Paseo Principal de la Feria a ver si tengo suerte de cruzarme de nuevo con ese traje.

Y ha llegado el momento de hablar de los trabubus en la Feria del Caballo. Los trabubus, según reza una canción de Los Delinqüentes, son unos gnomos de colores que tienen sus derechos, siempre están de vacaciones, son invisibles, se esconden por la noche por debajo de la cama, te quitan el mando y las llaves del coche, te apagan el termo y te esconden las medicinas. En conclusión, son unos duendes que aparecen en nuestras vidas cuando el consumo etílico llega al nivel de intoxicación. Este panorama, escenario o supuesto se da algunas veces en la Feria y, claro, los trabubus se lo pasan de miedo. Anoche en una conocida caseta de nuestra Feria donde, por cierto, escuché las sevillanas de Gorosito -geniales- y el volumen estaba a suficiente nivel como para escuchar con nitidez las canciones desde Albacete, había una chica rodeada de trabubus. Creo que estos duendecillos sinvergonzones le empujaban a bailar todo lo que sonara. Estoy seguro de que si hubiesen puesto una muñeira también la habría bailado con esa cara de velocidad que llevaba la chica en cuestión, que hoy estoy seguro que habrá cambiado a los trabubus por una mochila de Espidifen. Así que, ya lo saben, si se cruzan con un trabubu o dos o tres por el Real, será síntoma de que usted va más contento -y esto se lo robo a Luis Lara- que Falete en un buffet libre.