Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizJerez
Manuel Quevedo y compañía, en la barra de la caseta del Club Cherokee, donde hace guardia casi todos los días. :: CRISTÓBAL
LA FERIA POR BOCA DE MANUEL QUEVEDO MOTERO

Bailando en territorio cherokee

La caseta del club motero de Jerez es una de las más singulares y queridas del González Hontoria Manuel milita en el sector de los más rockeros de la Feria

DANIEL PÉREZL dperez@lavozdigital.es
JEREZ.Actualizado:

Qué sí, que son las doce y suena el 'Aint no fun', de AC/DC, después de una tormenta de rayos infernales. Los feriantes del Cherokee llevan camiseta con calavera y el pelo largo, gastan muñequeras de púas, colgantes extraños y pantalones ceñidos. Después de tanta pachanga infumable, tanto Rocío y tanto folclore, los peludos acuden en masa a este oasis de guitarras eléctricas, humareda y distorsión. El 'bailalá cara a cara', machacado en los baffles porque así lo manda la normativa municipal, deja su sitio al ruido estudiado de Motley Crue, Megadeth y Judas Priest. ¿Estamos en la feria? Sí, estamos en la Feria. En la otra feria. Mal que le pese a algún que otro riguroso practicante del protocolo.

Manuel Quevedo, chaleco de cuero, con pins, chapas y tachuelas, coleta cana, perilla motera, sigue al pie del cañón. Pone macetas de White Label, pide dos de pinchitos, revisa la contabilidad. La barra la preside la foto de un colega querido, alguien que ya no mueve la melena en el Cherokee, pero que está, callado y quieto, presente en cada gesto de sus amigos. «Esta caseta es la demostración palpable que de no hay una feria, sino muchas, y todas caben en el Real», dice Manuel, que no puede evitar que la rodilla le tiemble con los primeros compases del 'Hightway to Hell'.

A mitad de la noche la pista de baile es un revoltijo de piezas inconexas. Chavales de 17, señoras en traje de gitana, familias que apuran la 'madrugá'. Manuel defiende que esta fiesta debe representar a toda la sociedad, y sabe que el Cherokee simboliza una forma de ver la feria (y la vida) que merece su hueco en el Hontoria. «En cualquier noche de sábado, hay quien prefiere cuatro acordes bien puestos a los gorgoritos que mandan en las listas de ventas». Los hay, sí. Y no sólo son heavys ensimismados, ni personajes oscuros y marginales ganados para la causa. También se ven camisas rayadas y politos 'Lacoste'. A nadie, venga de donde venga, vista como vista y represente lo que represente, se le mira mal.

Los convencidos del Cherokee enarbolan, encantados, la bandera de la tolerancia. «El mundo es muy chico y hay que llevarse bien», mantiene Manuel. Los fondos que se recaudan le dan vida al club motero para todo el año. Convivencias, jornadas, material de oficina. «Sabemos que la caseta es un buen escaparate de nuestra forma de vida. No es que necesitemos la bendición de nadie, pero nos sirve».

Manuel mira, inquieto, la pista de baile. Están poniendo otro tema. Suena, de fondo, el 'All night long'.