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La comunicación

DIEGO JIMÉNEZ BARRIOS
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Días atrás he realizado una visita a ASORCA (Asociación de personas sordas de Cádiz) con el alumnado del ciclo formativo de Integración Social, y conjuntamente nos hemos llevado una grata sorpresa. Nos encandiló el ánimo comunicativo y la expresividad de Miryam y sus compañeras cuando nos intentaban acercar a la problemática de las personas con discapacidades auditivas a través de la lengua de signos. Asimismo estamos ahora estudiando las dificultades de las personas con discapacidad visual, ayudados por personas que trabajan en la ONCE, y no dejamos de plantearnos la importancia tan vital que representa la comunicación en todos los ámbitos sociales.

Desde los primeros tiempos la comunicación ha sido la base de nuestras sociedades humanas. Nos definimos como seres racionales o pensantes, y comunicantes o sociales. Siempre nos hemos transmitido nuestros pensamientos, nuestras sensaciones y emociones, nuestros miedos y nuestras ilusiones. Aquellos primeros gestos y gritos más instintivos de nuestros antepasados se fueron tamizando hasta convertirse en pinturas, pictogramas, palabras e ideas, y fue creciendo exponencialmente nuestra necesidad de comunicación.

En nuestra sociedad ya llevan la batuta los nuevos medios electrónicos de comunicación. Vivimos en un mundo con muy numerosos y desarrollados medios y canales de comunicación de todo tipo pero, paradójicamente, con poco tiempo para comunicarnos en persona, de manera más integral y en profundidad.

La comunicación corporal o física, cara a cara, las tertulias, los paseos para conocerse o enfrascarse en alguna amena conversación, ese quedar a tomar café y charlar de lo humano y lo divino, las conversaciones relajadas y apacibles en el campo, la playa o la montaña, tan habituales en otros tiempos, empiezan a ser cada vez menos frecuentes. Quedar con algún amigo o con un grupo para charlar de algún tema, participar en un coloquio tomarse unas cervezas y charlar del partido del domingo.para todo debe haber tiempo.

Por otra parte, hay mucho ruido. Recientemente hemos conocido que España es el segundo país más ruidoso del mundo y, según datos de la Organización Mundial de la Salud, sólo los japoneses soportan más ruidos que nosotros. El principal daño es la hipoacusia o pérdida de audición, que afecta ya a cerca de dos millones de españoles, aumentando bastante la incidencia entre los jóvenes.

Desde este espacio me gustaría reivindicar la importancia del «arte de callar» o ese saber escuchar con el que nos ilustra José A. Hernández Guerrero. Comunicar es compartir, ponerlo en común; es intercambiar, todo lo contrario a aislarse. Muchas personas se hallan solas y no pocas encuentran barreras a la comunicación. Dice Umberto Eco: «Nosotros, así como no logramos vivir sin comer ni dormir, no logramos entender quiénes somos sin la mirada y la respuesta del otro». Somos seres inacabados y nos completamos con la comunicación.