La marea alza el vuelo
La nueva dimensión de Alonso en Ferrari dará color a las gradas, pero no alcanzará para llenar Montmeló
Actualizado:Ni de lejos. El requerimiento de previsiones sobre afluencia de público a Montmeló este fin de semana recibe esa réplica contundente en el circuito catalán. Ni de lejos se refiere a los 140.000 espectadores que colgaron el cartel de «No hay billetes» en 2007, cuando Alonso iniciaba su aventura interruptus en McLaren con Hamilton y Ron Dennis. Ni de lejos esperan los organizadores del Gran Premio de España que la gente rompa la hucha para alcanzar 100.000 personas de pico máximo de aforo. La bonanza deportiva ha llegado a su cúspide: Fernando Alonso pilota al fin para Ferrari y puede ganar en la simbiosis perfecta, De la Rosa y Alguersuari aportan más calor ibérico a la cita, incluso el Hispania de José Ramón Carabante ofrece síntomas de mejoría. Pero la realidad es más tozuda que la ilusión: la crisis de los cuatro millones de parados y el gasto que supone la Fórmula 1 no llenarán Montmeló.
El circuito de Cataluña ha removido Roma con Santiago para promocionar su carrera. Ha firmado acuerdos de colaboración con el Barcelona y el Espanyol, ha subido a Jaime Alguersuari a un coche en medio de un partido de fútbol, se posicionó en ferias turísticas, selló convenios con agencias de viajes y, entre otras cosas, ofreció pase gratis a los entrenamientos de pretemporada si compraban entradas para la carrera. Eso, o descontar 50 euros del billete si acudían a los tests invernales. Trabajo duro, en la sombra, y una conclusión: antes la Fórmula 1 se vendía sola, ahora no.
Ahora el paro se ha convertido en la primera preocupación de los españoles y los cuatro millones de desempleados tendrán reflejo en las gradas de Montmeló. La marea que provoca Fernando Alonso vestido de rojo va a alzar el vuelo respecto a 2009 y 2008, pero ni de lejos -según dicen en el circuito- podrá arrimarse a la afluencia de 2007. «Hay muchísima expectación, pero cada vez más teles dan la Fórmula 1...», se lamentan en las oficinas del trazado. Montmeló ya ha conseguido cerrar tres tribunas con todas las entradas vendidas, la N (la de los asturianos), la P y la K. El tirón final de última hora puede abarcar alguna más, pero poco más.
Una entrada de tipo medio a Montmeló cuesta 200 euros para todo el fin de semana. Un hotel barato puede salir por ochenta o noventa euros. Un avión de bajo coste, unos 100 euros. La comida, la estancia y el desplazamiento en un nivel medio proporcionan una cifra de, al menos, 600 euros para ver el Gran Premio de España.
La exclusividad de la Fórmula 1, su paraíso de vallas y reductos cerrados sólo para millonarios y vips, nunca se va a perder porque es su sello de identidad, pero en Montmeló se abrirá por una rendija. La que ha permitido Bernie Ecclestone. El supremo del tinglado ha convocado un concurso en la tribuna principal: diez afortunados podrán acceder al 'paddock' durante el sábado, cinco de ellos subirán al recinto ultra-vip del 'paddock club' y dos podrán presenciar la salida de la carrera desde el muro, a pie de pista. Socialización en tiempos de crisis.