«Me reconocí al ver mi nueva cara»
Rafael, el sevillano al que se ha trasplantado el rostro, se siente «feliz» y pide «respeto»El joven receptor del segundo trasplante de cara de España recibe el alta hospitalaria, «alegre y feliz», a los tres meses de la operación
Actualizado:«Alegre, feliz». Estos fueron los sentimientos que experimentó Rafael al mirarse en el espejo. «Me reconocí al verme la cara», comentó ayer este sevillano a los periodistas que acudieron al Virgen del Rocío para presenciar su salida del hospital. Tres meses y una semana después de someterse a la segunda intervención de rostro que se realiza en España y la novena del mundo, recibió el alta hospitalaria.
Antes de abandonar el centro sanitario, el joven -del que no han trascendido más datos que su nombre de pila- quiso comparecer ante los medios de comunicación por dos motivos. El primero, agradecer «el gesto solidario» a la familia del donante -un varón de 35 años que falleció a consecuencia de un accidente de tráfico- y dar las gracias a los médicos que han hecho posible el trasplante; el segundo, animar a la población a donar todo tipo de órganos y tejidos.
Todavía con serios problemas de dicción, Rafael respondió a las preguntas de los informadores, pero también pidió «respeto» en lo sucesivo a su intimidad porque lo que él quiere es que, a partir de ahora, «me dejen en paz, para que pueda volver a mi vida normal».
Arropado por su emocionada madre, Juana, por su hermana Belén y por el equipo médico, el joven recordó sus primeras palabras al ver en el espejo su nueva cara. «'Soy yo', esto es lo que dije», comentó. ¿Cómo es posible que alguien a quien se han implantado dos tercios del rostro de otra persona pueda reconocerse? La respuesta la ofrecen los cirujanos. «Los receptores no reciben los rasgos faciales de sus donantes, porque los tejidos se adaptan a la estructura ósea del receptor».
Rafael fue elegido para protagonizar el primer trasplante de cara de la Sanidad andaluza porque su caso era el más urgente. Sufría desde hacía años una enfermedad denominada neurofibromatosis de tipo 1, que le deformaba el rostro debido a la aparición de numerosos tumores benignos y le generaba «problemas de visión» en su ojo derecho. La única solución era un trasplante, que ha afectado a dos tercios del rostro.
Un año de recuperación
Rafael protagonizó una multitudinaria rueda de prensa en la que los directores de las unidades de Cirugía Plástica y Grandes Quemados, Tomás Gómez Cía, y de Cirugía Maxilofacial, Juan David González Padilla, ofrecieron todo tipo de explicaciones sobre la operación y la evolución del paciente. «Ya está deglutiendo alimentos triturados», detallaron, si bien puntualizaron que no será «hasta dentro de unos tres meses aproximadamente» cuando pueda masticar «con completa normalidad». También en ese tiempo conseguirá una «movilidad plena» de la lengua y «comenzará a mover los labios», algo que en la actualidad le está vetado, lo que le impide hablar con claridad. En un año hablará con cierta normalidad y para entonces habrá desaparecido la inflamación del rostro.
Los doctores resaltaron la «extraordinaria» evolución del paciente, hasta el punto de que «distingue el frío y el calor y en el futuro se podrá hasta afeitar», un hecho antes imposible, «ya que por su enfermedad no le crecía la barba».
Respecto a la complejidad de la intervención, recordaron que se prolongó durante treinta horas y en ella participaron hasta veinticinco personas. Gómez Cía destacó la «gran dificultad» del trasplante debido a que se implantaron gran cantidad de tejidos «con muchos nervios, vasos sanguíneos y hasta algo de hueso facial». Para hacer posible el 'milagro', el equipo se entrenó un año con cadáveres, además de realizar una simulación virtual en tres dimensiones. Se trataba de comprobar la coincidencia de la estructura facial del donante con la del receptor. Han acertado. Y es que Rafael dijo: «Sí, soy yo».