Aislado para evitar agresiones en prisión
El imputado aprovechó supuestamente que tenía a la menor bajo su custodia para entrar en contacto con la meretriz en El Cuvillo Apartan en un departamento de Puerto II al padre detenido por ofrecer su hija a un travesti
CÁDIZ.Actualizado:En el mundo cerrado donde conviven obligados los reclusos de un centro penitenciario también hay clases. Aquellos que sólo reciben el desprecio de la mayoría son los delincuentes sexuales y, sobre todo, los que tienen como víctimas a los menores. Pero si encima ese niño es su propio hijo, la reputación ante los ojos de los demás cae hasta niveles muy arriesgados para el régimen disciplinario de una prisión. En esa situación delicada se encuentra Juan Antonio G. P., de 45 años, que ingresó el pasado lunes en Puerto II por orden del juzgado nº 4 portuense.
Como ya adelantara en exclusiva LA VOZ en su edición de ayer, este vecino de El Puerto había sido arrestado en la madrugada del domingo, poco después de haberle hecho supuestamente un ofrecimiento de complicada definición a un travesti que se gana la vida en las inmediaciones del estadio José del Cuvillo, en El Puerto. Le propuso pagarle por dejar que su pequeña, de sólo seis años, le practicara una felación. La rápida intervención de la prostituta, que se negó a ello para después acudir a la Policía, permitió que los agentes dieran con el sospechoso en la misma noche.
En la mañana del lunes, tras prestar declaración en los juzgados, fue conducido a la cárcel de Puerto II, donde se han adoptado medidas particulares de seguridad en previsión de que pueda sufrir algún ataque a manos de otros internos. Fuentes penitenciarias explicaron a este medio que Juan Antonio G. P. ingresó en una celda aislado del resto de la población reclusa. Ni siquiera comparte pabellón con los presos clasificados como FIES (Fichero de Internos de Especial Seguimiento). Bajo esta denominación están desde agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, hasta internos conflictivos o delincuentes especialmente peligrosos por cometer delitos de sangre o por generar gran alarma social como los delincuentes sexuales.
Estos presos no comparten espacios comunes con el resto de reclusos y están sometidos a una estrecha vigilancia. Pero según indicaron las mismas fuentes, Juan Antonio G. P. tampoco ha sido enviado con estos reclusos. Se encuentra completamente aislado y tan sólo puede estar en compañía, cuando sale al patio, de algún recluso de confianza.
El testimonio
En la decisión del juez de enviarlo a prisión pesó bastante la declaración de la pequeña, que situó a su padre en El Cuvillo y en compañía de una mujer con la que estuvo hablando (el travesti). Este periódico ha podido saber que el padre acababa de instalarse en El Puerto, ya que es de origen jerezano. Allí vivía con su mujer hasta que iniciaron un proceso de separación. Al parecer, los hechos habrían ocurrido durante los días que Juan Antonio G. P. tenía que hacerse cargo de su hija, que está ahora bajo la custodia exclusiva de su madre. Además del ingreso en la cárcel como medida cautelar, el juez le ha impuesto una orden de alejamiento que le impide acercarse a la menor cuando salga de la cárcel.
Este asunto causó un gran estupor entre los profesionales del Derecho y los policías que han intervenido en él por tratarse de una denuncia que se sale de los comportamientos habituales de pedófilos y pederastas.