QUE CORRA EL AIRE
FINITO HONTORIA Actualizado: GuardarA uno, que es de buena casta, colegio y capilla, le enseñaron de pequeño a no pedir comida en casa ajena, a sonreír a los mayores y aceptar los regalos. La Tata María, que blandió hasta el final la correción por bandera, más o menos a la altura del moño señorial y canoso, siempre asentía con un gesto amable cuando le tocaba por la calle alguna prebenda imprevista, ya fueran las estrellitas doradas de los misioneros combonianos, las volatinas promocionales de los partidos políticos e incluso uno de esos folletos sucios que anuncian cremas erógenas y vibradores 'low-cost'.
Habría que verla ahora, si no fuera porque la ciática y cierta propensión al coñac de etiqueta acabaron por postrarla de todas todas en la mecedora de la casa de campo, a ver cómo paseaba su augusto porte por el Real de la Feria, cargada de pins, pegatinas y abanicos, como un puesto ambulante de pertrechos inútiles.
La tradición dice que hasta el alumbrado no hay despliegue oficial de chismes, pero el mismo viernes, sin respetar el protocolo que dispuso don Pedro (Pacheco para la plebe, Peter para los angloparlantes), ya había concejales y concejalas compitiendo a ver quién le endosaba a los ciudadanos desprotegidos algún abanico de serie. Si al menos fueran de esos que gastaba la Tata, con sus bordados rococós y sus varillas de carey, su madera lacada y sus ribetes de seda... Pero qué va. A cual más tosco. Uff.
Dice el primo Armando, que es el único de la familia al que le preocupan los asuntos municipales porque tiene un cuñado en liza, que la guerrilla más o menos soterrada en el equipo de Gobierno tiene también su expresión en materia de pins y abanicos, y que la alcaldesa llevará este año un porteador senegalés pegado al trasero, para que le carge con los trastos. Quien más abanicos coloque, se lleva el premio oficioso a la popularidad. La señorita concejala de Fiestas, ojo avizor, apunta minuciosamente los que entrega la jefa, y no se retira del Hontoria hasta que no supera la cifra.
La competición se prevé dura, sin tregua ni cuartel. Yo que ustedes procuraba venir sudado de casa.