Mariano Rajoy. :: V. GIMÉNEZ
ESPAÑA

Rajoy buscará el KO de su rival en el Debate del estado de la Nación

El líder del PP quiere convertir ese cara a cara en el principio del fin de un Zapatero que el PP ve tocado y casi hundido

MADRID. Actualizado: Guardar
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A Zapatero, según el PP, se le agota el tiempo y la credibilidad. Mariano Rajoy lleva semanas colando en todos sus discurso esta idea porque los populares están convencidos de que el presidente del Gobierno está tocado y casi hundido. Sólo le mantiene a flote sus alianzas ocasionales con los partidos nacionalistas en el Congreso, que le permiten conservar una exigua pero efectiva mayoría parlamentaria. Pero todo crédito tiene principio y final.

El líder del PP, como colofón de su estrategia de acoso y derribo, quiere convertir el próximo Debate del estado de la Nación -que se celebrará presumiblemente el 7 y 8 de julio- en el punto de no retorno de Zapatero. Los populares preparan a conciencia este duelo parlamentario para poner evidencia, de la forma más simple y rotunda posible, que las medidas anticrisis impulsadas por el Ejecutivo socialista, lejos de ayudar a sacar a España de la crisis, han supuesto un lastre para la recuperación, tal y como muestran todos los indicadores macroeconómicos que sitúan a nuestro país en la cola del crecimiento europeo.

Un 'sí' a cualquier negociación con el Gobierno, pero un 'no' a colaboraciones sin réditos para el PP, con dos únicas excepciones: la lucha antiterrorista y la presidencia española de la Unión Europea. Dos cuestiones en las que Zapatero sí ha contado con el apoyo de los populares. El PP ofreció pactar la reforma del Tribunal Constitucional, pero se negó a variar su dúo de candidatos -Enrique López y Francisco Hernando- durante la negociación con los socialistas, un plante inasumible para el PSOE.

Rajoy accedió que su partido fuera al palacio de Zurbano para intentar cerrar un paquete de medidas anticrisis, pero envió a una delegación de bajo perfil político y apenas sí consensuó un puñado de acciones. Criticó hasta la saciedad el nuevo sistema de financiación autonómica, pero los presidentes regionales del PP la aceptaron bajo el epígrafe de 'mal menor'. Idéntico 'modus operandi' en los contactos para reformar el Código Penal o, más recientemente, para alcanzar un pacto para la mejora de la educación. Esta filosofía de Rajoy, que ha puesto en práctica durante los dos últimos años, ha alentado las críticas de los socialistas -que han acusado al PP de utilizar la crisis como herramienta electoral- pero ha defraudado a algunos sectores de la derecha, que reclamaban una oposición con mayor contundencia. Donde algunos ven tibieza y ambigüedad, la cúpula del partido ve una puesta en escena al más puro estilo de su líder: sensatez, sentido común y equilibrio frente a posturas estridentes alejadas de ese centro político que, defiende Rajoy, dará la victoria al PP en las elecciones de 2012.

El partido opositor también ha esquivado las trampas para que ha intentado tender el PSOE. Rajoy exige hasta la saciedad una reforma laboral, pero nadie sabe aún cómo sería su modelo. Lo mismo ocurre con la reducción del déficit, una acción improrrogable que el líder popular reclama una y otra vez a Zapatero, aunque sin enseñar el camino que él seguiría. Una estrategia que causa desasosiego entre los socialistas que llevan meses buscando un renuncio de los populares que permitan resucitar fantasmas como el del 'decretazo' de Aznar o el recorte de las pensiones.

Rajoy sopesa ahora dar un golpe de timón en julio. El 'váyase señor Zapatero' puede estar al llegar.