FESTIVAL DE CINE

Cineastas del desierto

DAJLA Actualizado: Guardar
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El Festival de Cine del Sáhara que se celebra estos días entre las dunas de Dajla, la habitual tierra de nadie, puede presumir de un estreno de excepción. La primera escuela audiovisual del desierto, la Abidin Kaid Saleh -que recibe su nombre de un mártir de la guerra- se presentó ayer en sociedad en el marco de la nueva edición de FiSahara, el certamen que se celebra desde hace siete años en los campos de refugiados. La institución docente, financiada por la Agencia Española de Cooperación Internacional, empezará el curso en septiembre con 15 alumnos saharauis que recibirán clase de decenas de profesionales en activo, al estilo de la prestigiosa Escuela de Cine de Cuba.

“Los saharauis necesitan expresar sus ideas, no sólo mostrar el punto de vista de los europeos que vienen a vernos,” defendió Omar Ahmed, director del festival de cine que ha supervisado la creación del centro y que se ocupa de destapar cada año una causa casi olvidada en Europa. “Necesitamos los instrumentos para salir del embargo informativo en el que Marruecos nos ha sumido y proyectar nuestra razón y nuestra cultura hacia el mundo”.

La intención de sus responsables es que la escuela se convierta en el enclave perfecto para poder proyectar al mundo la difícil situación del pueblo saharaui, además de consolidar la identidad y las raíces culturales de estas gentes en el exilio. Profesores procedentes de diferentes países compartirán sus conocimientos con los estudiantes en los talleres teóricos y los ejercicios prácticos de los que consta el curso. Los alumnos, de entre 18 y 21 años, estudiarán durante un año asignaturas relacionadas con el séptimo arte.

Completarán su formación en Cuba

La academia ofrecerá al final del curso un título de técnico superior y la oportunidad de que los aprendices del oficio de luces y sombras completen su formación en la afamada Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, fundada por el Nobel Gabriel García Márquez en Cuba y a la que toma como modelo.

Jadechu Sidi aspira a ser uno de las quince afortunadas. “Entrar en la escuela sería un sueño hecho realidad”. A pesar de que ha vivido en los últimos años entre España y Francia, no olvida la difícil situación que atraviesa su país en el exilio desde 1976. “Quiero mostrar al mundo que hay gente que no merece ese tipo de vida”. Convencida de que “una sola mano no aplaude”, como reza un proverbio saharaui, quiere aportar su granito de arena. “Tengo la esperanza de conseguirlo algún día”.

La inauguración fue el tema de conversación de los visitantes, entre ellos Alberto Ammann, para quien la escuela es “una salida enorme”. “Es importante que el pueblo saharaui pueda contar de su propia boca la situación que se vive aquí y que el mundo pueda enterarse”, declaró el actor argentino.

Pasión por el cine

La tradicional quietud del campo de refugiados se rompió con motivo de la celebración de Fisahara. Como cada año, los focos y las grúas han tomado la 'hamada' argelina, donde no hay alfombras rojas, sino caminos de arena, como la del desierto que rodea el campo de refugiados de Dajla. El glamour lo pone la hospitalidad de sus habitantes, que sobreviven en situaciones extremas.

Durante los cinco días del festival, donde ‘Celda 211’ es la película estrella de la programación, los refugiados copan los talleres de cine impartidos por profesores invitados por la organización. Con la cámara al hombro, buscando localizaciones en terreno hostil y bajo temperaturas de 40 grados, los jóvenes saharauis intentan hacer sus pinitos en el cine con una ilusión desbordante que llama la atención en un contexto tan doloroso.

Concebido como una mezcla de ocio y cultura, el particular festival de cine se ha encargado durante estos siete años de proyectar en Europa la voz del pueblo saharaui y de acercar a los refugiados al universo audiovisual. Un acercamiento que ayer se plasmó con la creación de la que probablemente sea la escuela de cine más curiosa del mundo.