PAN Y CIRCO

MOURINHO

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Jose Mourinho se ha convertido por méritos propios para unos y deméritos para otros en el protagonista indiscutible de la semana deportiva y en uno de los nombres del año. Su lección de estrategia en las eliminatorias de Liga de Campeones ante los dos mejores equipos de Europa (Barcelona y Chelsea) y su show posterior sobre el césped del Camp Nou han dado la vuelta al mundo, confirmando todo lo bueno (y lo malo) que se sabía de él. Mourinho es un enfermo del fútbol al que no hay una cosa que le motive más que la venganza y la notoriedad. Muchos le tachan de vanidoso y prepotente; otros le consideran un tipo inteligente que siempre consigue adaptar las circunstancias al contexto que más le favorece.

Todavía recuerdo cuando llegó a Barcelona a la sombra del fallecido Sir Bobby Robson, cuando muchos le veían como un simple técnico de segunda con aires de grandeza al que le gustaba bastante más el espectáculo mediático que conseguir que sus jugadores hicieran un fútbol atractivo.

Pues mira por donde ese técnico mediocre se ha convertido en uno de los más cotizados del mercado y ha vuelto a insertar el debate futbolero sobre si es mejor jugar bien y perder o jugar 'mal' y ganar. El resultadismo de Mourinho choca frontalmente con el tiki-taka de la selección española, por poner un ejemplo, pero en la fauna del deporte rey ambos tienen cabida y son necesarios. Sí, necesarios. Porque no todos los jugadores tienen las mismas virtudes que Xavi, Iniesta, Silva o Cesc. Y todos tienen derecho a competir, a luchar por títulos...y a conseguirlos.

En otro tiempo Mourinho ya habría ganado su particular Champions, pero esta vez el técnico luso tiene que quitarse el sambenito ese de que no sabe ganar finales europeas con un equipo 'grande' (sólo lo ha hecho con el Oporto). Yo, esta vez, apuesto por él.