La marea negra deriva en catástrofe nacional
Obama moviliza a la Marina para frenar el avance de la mancha y Luisiana declara el estado de emergencia
NUEVA YORK.Actualizado:La sombra de un nuevo 'Katrina', pero con un impacto todavía más devastador sobre los recursos naturales y económicos, se cernía ayer sobre las costas de Luisiana y otros cuatro estados del sur de EE UU a medida que se confirmaban los peores pronósticos sobre el avance de la marea negra por el golfo de México. De un día para otro, el país ha caído en la cuenta de que el desastre va a poner contra las cuerdas a miles de personas que dependen del turismo y de la rica industria pesquera, por no hablar de los irreparables daños a que serán sometidos los frágiles ecosistemas que rodean el delta del Mississippi, repletos de humedales y de hábitats únicos de cientos de especies.
Con la mancha tiñendo de negro algunos de esos espacios antes de los previsto, la Administración Obama activó ayer las alarmas, primero ordenando la movilización de la Marina y una horas más tarde firmando una declaración de zona catastrófica para ayudar a los estados en la ingente tarea de lidiar con las consecuencias de la marea negra. El gobernador Bobby Jindal decretó la situación de emergencia en Luisiana.
Los trabajos de contención y limpieza se adivinan muy complicados dado que amplias porciones de costa están integradas por zonas pantanosas donde es casi imposible evitar una contaminación en la vegetación, unido a unas condiciones climáticas donde los fuertes vientos y las tormentas son las constante en esta época del año.
La catástrofe ecológica ha forzado a la Casa Blanca a tomar medidas radicales, justo un mes después de que el presidente anunciara el levantamiento de la moratoria de explotaciones petrolíferas en una amplia zona de la costa este de EE UU, el norte de Alaska y una franja del golfo de México hasta ahora protegida. De entrada, el principal asesor de Obama, David Axelrod, anunció que el Gobierno no autorizará nuevas perforaciones hasta que no se aclare lo sucedido con la plataforma de British Petroleum (BP). Pese a esa voluntad de firmeza, su anuncio no tendrá un efecto inmediato porque las exploraciones submarinas en esas áreas no tendrían lugar hasta dentro de unos años. Además, el secretario de energía, Ken Salazar, ordenó el despliegue de ingenieros que revisarán las condiciones de seguridad de unos treinta pozos de perforación y 47 plataformas de extracción de crudo que operan en la zona.
Más de mil personas y decenas de embarcaciones patrullaban las primeras áreas afectadas mientras el servicio meteorológico nacional pronosticaba que la combinación de fuertes vientos previstos para mañana y la marea alta podrían internar al petróleo aún más en las ensenadas, lagunas y pantanos del sureste de Luisiana. En medio de ese escenario, las cuadrillas de trabajadores no podrán retirar el crudo de la superficie o quemarlo en los próximos días debido al estado de las aguas. El fuerte oleaje también podría arrastrar las vallas flotantes colocadas en las orillas para mantener a raya el chapapote de los ecosistemas más valiosos.
La gran preocupación en estas primeras horas es la suerte que puedan correr el Parque Nacional de las islas Chandeleur, uno de los refugios de flora y fauna más valiosos del sur de EE UU. En una muestra de lo complicada que es taponar las aberturas por donde ahora mismo se están vertiendo al mar un promedio de 5.000 barriles de petróleo al día, la multinacional BP dueña del pozo siniestrado -Deepwater Horizon- ha pedido ayuda y personal especializado a las otras grandes compañías, Exxon Mobil, Chevron, Shell y Anadarko. Al mismo tiempo, ha solicitado a las Fuerzas Armadas norteamericanas avanzados submarinos operados por control remoto así como otros recursos tecnológicos para visualizar mejor el fondo del océano.
La petrolera BP se comprometió a pagar todos los daños vinculados con el gigantesco derrame. «Estamos asumiendo toda la responsabilidad por el derrame y lo limpiaremos», declaró el presidente ejecutivo de la empresa, Tony Hayward.