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«Apuesto por la reinserción, incluso aquí»
Casi cuarenta años después de su primer destino en el viejo penal portuense, este veterano regresa a una cárcel bien distinta Antonio Guerrero Fontalba Nuevo director de Puerto I
CÁDIZ. Actualizado: GuardarQuizás su educación en el seno de una familia nómada, marcada por los destinos de un padre guardia civil, le permite encajar con filosofía un traslado cuando su carrera en Instituciones Penitenciarias está cerca de la jubilación y obligado a dejar a los suyos en su Málaga natal, donde creyó que viviría sus últimos momentos profesionales en Alhaurín. Pero al nuevo director de Puerto I, su llegada a este centro le trae los recuerdos de aquel penal viejo al que llegó tan sólo tres meses después de que su preso más famoso, El Lute, se escabullera de sus muros en la Nochevieja de 1971. «Aún se veía la señal del agujero que había hecho en su celda». Era su primer destino tras el periodo de meritaje en Carabanchel. Casi cuarenta años después, Antonio Guerrero ha regresado a El Puerto, pero a un centro penitenciario bien distinto. Gajes del oficio, dice.
- ¿Qué diferencias hay entre ese antiguo penal de El Puerto y este recinto para internos conflictivos?
- No es comparable. Esto es un centro que denominamos para internos inadaptados; mientras que en aquellos años eran todos condenados y mayoría multireincidentes... Además estábamos bajo el régimen franquista y había una disciplina rayando lo paramilitar. A los presos se les ordenaba con el sonido de un cornetín, como la mili.
- ¿Se requiere una forma de dirigir especial en una cárcel como ésta por la tipología de los presos?
- Aquí lo que prima es la seguridad. A diferencia de las prisiones tipo, donde hay reclusos de confianza, aquí no se mueve un interno sin la supervisión del funcionario, ni un minuto.
- El régimen es, por tanto, mucho más severo.
- Sí, es más rígido. ¿Qué ocurre? Aquí no hay talleres, como en Alhaurín, donde llegamos a tener 20 cursos, porque no podemos dejar herramientas al alcance de los reclusos. En cambio, sí tienen actividades formativas, gimnasio o sala de cine. Es curioso ver a reclusos que no han hecho nunca ejercicio y ahora están todo el día practicando.
-Por contra, Puerto I puede ser de las pocas cárceles españolas que no están saturadas.
- Sí. En estos momentos hay 191 presos (suena el teléfono y le comunican una nueva conducción). Perdón acabamos de recibir más internos. La cifra es 198. Aquí los presos están en celdas individuales.
- Ante tanto preso difícil, ¿la conflictividad es mayor?
- Llevo desde el día 20 de abril y aún no se ha registrado ningún problema importante. En cambio, en Alhaurín son más habituales porque allí hay 140 internos en un sólo módulo.
- Con una carrera profesional tan larga, atesorará muchos recuerdos. ¿Cuál es el peor de todos?
- Siempre da mucha pena ver morir a un preso. Por eso, estamos intentando que los enfermos terminales acaben sus días en su casa o en un centro de acogida para aquellos que no tienen familia. No es que morir en prisión sea indigno, porque el recluso enfermo está perfectamente atendido. Mejor incluso que en poblaciones aisladas de la península.
- ¿Pero recuerda algún caso en concreto?
- Una mujer que estaba en el campo de fútbol de Alhaurín. Junto a ella estaba una hija y una nuera. Y en la zona de hombres estaba su marido...bueno estaba toda la familia en prisión. Se cayó desplomada y no fue posible reanimarla. Era muy mayor y yo le decía a su gente por qué habían permitido que entrara en la cárcel. Pese a que intentamos salvarle la vida, los hijos te recriminaban que se había muerto por tu culpa. Y eso duele más.
- ¿Y el peor preso?
- Siempre recuerdo a la misma persona. Un recluso que estuvo en el antiguo penal de El Puerto. Era un verdugo. Cumplió 22 años seguidos por secuestro y cuando salió, compró un arma en el mercado negro y volvió a intentarlo en un cortijo de Córdoba. Secuestró a un chaval, pero el padre de la víctima terminó matándolo.
- Como funcionario de prisiones apostará por la reinserción. Pero ese caso se asemeja a un patrón que se está repitiendo últimamente en Cádiz: viejos delincuentes que tras años de condena, salen para volver a delinquir.
- Yo apuesto por la reinserción incluso aquí porque sino esto se convertiría en un agujero, donde los presos estarían años. Aquí también es posible que el individuo cambie a medida que pase el tiempo. Como en la calle, la edad te vence.
- Pero se ha dado el caso alguna vez de un interno que jamás ha abandonado el primer grado ¿porqué los casos antes mencionados no se enmendaron precisamente.
- Aún así, salen a la calle, tienen la desgracia de seguir siendo malos y pueden tener un ajuste de cuentas. Se creen que en la calle pueden hacer lo mismo que pretendían hacer aquí.
- Una curiosidad, ¿ha visto Celda 211?
- La tengo ahí para verla, pero por lo que me han dicho, aparecen muchas situaciones que jamás ocurrirían.