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Tribuna

¿Por qué no hablamos de alcohol?

ALBERTO MATILLA
PRESIDENTE DE ARCAActualizado:

Hacer que se genere un debate abierto, sincero, honesto sobre el consumo de alcohol y sus consecuencias, no es fácil. Pero intentar centrarlo en la ciudad de Cádiz, incluyéndolo dentro de los actos de conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812, es una tarea que, si no utópica, al menos, sí la considero hercúlea.

Como secretario del Comité Organizador estoy en disposición de afirmar que estamos encontrando enormes obstáculos en forma de complacientes sonrisas y ánimos condescendientes.

Tras dos años de trabajo, junto a un grupo de excepcionales profesionales y mejores personas, aún no he obtenido una respuesta clara ni contundente por parte de quien corresponde para el desarrollo del proyecto, al que en su momento denominamos I Conferencia Iberoamericana Alcohol y Sociedad en el siglo XXI. El grupo estaba conformado por: el doctor Juan Gibert Rahola (catedrático de Farmacología de gran prestigio internacional), el doctor José Manuel Martínez Delgado, José Luis Ruffo (psicólogo), Ignacio Ruz Franzi (médico), Teresa Martos Salas (diplomada en Enfermería), Isabel Almagro Bello (licenciada en Empresariales), Emilio de la Cruz Gil (experto en comunicación y marketing).

Agradezco el interés que la Casa de S.S. M.M. los Reyes de España se ha tomado por el proyecto, así como el de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído. También nos han respondido de manera satisfactoria la Oficina Municipal para el Bicentenario; la FAD; el actual vicepresidente de la Diputación, Federico Pérez Peralta, a través de la Oficina de la Diputación para el Bicentenario; y la Fundación Alcohol y Sociedad.

Sin embargo, y lamentándolo mucho, tengo que decir también que el señor Pizarro (presidente del Consorcio para el Bicentenario), a través de su jefe de gabinete, nos contestó en un escueto fax: «No es de nuestra competencia». Anteriormente la gerente, María José García Juárez, también desechó la idea de forma muy amable. La directora general de Servicios Sociales y Atención a las Drogodependencias, Ana Gómez, después de expresarnos su interés y apoyo en una reunión en su despacho de Sevilla el verano pasado, nos acaba de enviar en una carta (Sevilla, 29 de marzo de 2010) en la que con cuatro líneas termina diciendo textualmente: «.. he de decirle que este centro directivo ha desestimado su participación en el mismo». En este proyecto, les aseguro, no hay intereses espurios, ni económicos ni de ningún tipo, sólo servir a la sociedad, intentar desde el debate, la experiencia, la evidencia científica, el encuentro y la contraposición de ideas, abordar un problema socio-sanitario de primer orden.

Que a nadie le quepa duda de que seguiré trabajando por enmarcar la complejidad que se deriva del consumo de bebidas alcohólicas en una plataforma pública que vertebre todos los recursos, así como alcanzar un mensaje único, transparente y riguroso.

Generar la definitiva conciencia social que sea capaz de provocar una respuesta madura, responsable de la sociedad, es mi particular objetivo y, para eso, hace falta conocer en profundidad las diferentes parcelas de acción donde incide el alcohol etílico. Es decir, seguiré estando orgulloso de ser incómodo con mi verdad, en según qué despachos y círculos endogámicos.

Es necesario promover el diálogo y la confrontación, tanto de ideas y estrategias, como de las evidencias científicas, en el marco adecuado, y éste es el que nos ofrece la celebración del Bicentenario de la Constitución de 1812.

El consumo de alcohol es más que una estadística de accidentes de tráfico. Más que un elemento potenciador de la violencia e inhibidor de la conciencia. Más que los 121.627 millones de euros que tiene previsto ingresar el Estado en 2010 por la partida de «alcoholes». Va más allá incluso del fenómeno llamado 'botellón', o de las pérdidas que origina su consumo por 'absentismo laboral'. Incluso de la relación directa de los embarazos no deseados entre adolescentes; créanme, es muchísimo más que un problema de salud.

Por lo hablado, lo escrito, lo sufrido y lo vivido, es por lo que creo que no podemos dejar fuera de la cadena de acontecimientos que se van a celebrar en Cádiz, este proyecto.

El Bicentenario debe hacer de Cádiz el centro de las miradas del resto del mundo. Un proyecto social de primer orden, tan complejo como necesario, aportaría a la imagen de Cádiz una perspectiva social y solidaria atendiendo a los sectores más frágiles y vulnerables de nuestra sociedad. ¿Acaso los olvidados, los excluidos, los que están en dificultades, no fueron los que sostuvieron las bases de la Constitución del 1812? Pues démosles su protagonismo en la I Conferencia Iberoamericana Alcohol y Sociedad en el siglo XXI.