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Editorial

España se contagia

El retraso en el rescate de Grecia repercute en las economías débiles de la zona euro

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La rebaja de la calificación de la deuda española por Standard & Poor's, una de las tres agencias más importantes del mercado, se sumó a última hora de ayer al tsunami financiero desatado sobre la zona euro desde que la deuda soberana de Grecia cayó al nivel de los «bonos basura». Tras el cierre del mercado bursátil, la agencia de 'rating' estadounidense anunció la devaluación de la deuda a largo plazo del Reino de España al nivel AA desde el AA+, penalizada por la delicada situación fiscal española, las previsiones de un crecimiento débil y el fuerte riesgo sobre el sector crediticio, excesivamente concentrado en el sector inmobiliario. El fantasma de un nuevo 'shock' financiero atenazó mercados y bolsas, mientras los responsables del FMI y del Banco Central Europeo viajaban urgentemente a Berlín para convencer a las autoridades alemanas de acelerar el mecanismo de rescate de la economía helena. El contagio griego, sin embargo, se fue extendiendo en la zona euro catalizado por la parsimonia europea, y especialmente germana, a la hora de activar los préstamos para socorrer a Atenas. El incremento del precio de sus bonos refleja las dudas sobre la capacidad de Grecia de devolver los prestamos mientras se detectaban fugas masiva de capitales y algunos analistas aumentan la cifra necesaria para evitar la bancarrota del país heleno en el triple de lo inicialmente evaluado. La rebaja de la calificación de la deuda supondrá para España el encarecimiento del precio de los préstamos externos incrementando la factura final que afectará a los ingresos previstos por el incremento del IVA a partir de julio. En esta delicada situación, el riesgo creciente sobre la moneda común compromete a la Unión a apagar el fuego que podría extenderse al conjunto de la UE. Pero a las economías más frágiles como la española no les es suficiente con afirmar que «no somos como Grecia». Lo apremiante es proyectar un plan de reformas estructurales, cambios de fondo en el sector financiero y sacrificios presupuestarios que resulten creíbles para los mercados, más allá de que la evaluación de Standard & Poor's responda o no con rigor a la situación real y futurible de nuestra economía.