PRESOS Y MEDIDAS
Actualizado: GuardarDebemos aspirar a una sociedad donde todos sean iguales ante la ley, pero es pronto para conseguir estas equiparaciones. Mucha gente, que hubiera podido desarrollar sus facultades, no pudo hacerlo ya que nació en plena época del subdesarrollo. En el Sahara, por ejemplo, no pueden darse grandes esquiadores. Ni siquiera el justamente ponderado Samaranch, poseedor de una sublime vara para medir conveniencias políticas, pudo lograrlo. Sabemos que todos los hombres somos iguales, pero no ignoramos que algunos son más iguales que otros. ¿Es pronto aún para que sepamos también que las mujeres entran en ese cómputo? Hace casi medio siglo que doña Simone de Beauvoir dijo eso de que «no se nace hombre o mujer: se nace persona». Doña Bibiana, que por desgracia nuestra no es doña Simone, está haciendo lo que puede por acortar unas distancias que nunca han estado cercanas más que en el lecho de plumas que exigen las batallas del amor. Ahora la ministra estudia imponer a las empresas privadas «comisarios» de Igualdad.
No me gusta especialmente la palabra «comisario», salvo cuando alude a los que preparan exposiciones de arte, que siempre ganan más dinero que los artistas. A mí la palabra, que proviene del latín -'commissaurios'- siempre me ha evocado más la última parte de su nombre. La que suena a los reptiles imprescindibles, pero jamás me he atrevido a denunciarlos en comisaría.
¿Cómo podrá doña Bibiana imponer a las empresas privadas esas inspecciones? Más arduo que reclutar inspectoras o inspectores será conseguir que haya empresas inspeccionables. Es una cuestión de pesos y medidas, pero los Agentes de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres tienen trabajo por delante. Y más a su lado. Lo difícil es que haya trabajo.