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CHARLETAS GADITANAS

PRIMERA COMUNIÓN

EDUARDO LUMPIÉ
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Estamos en el umbral del mes de mayo, mes por antonomasia de las comuniones. Este año parece ser que la cosa no está muy boyante por aquello de la crisis para esas esplendorosas celebraciones a las que habíamos llegado, con grandes banquetes, listas de regalos, viajes a Disney, etc. Por lo tanto, no nos vendría mal volver a recordar aquellos tiempos pasados, que siempre fueron peores, para que nos demos cuenta de cómo era la vida. Aquellas comuniones empezaban con la dedicatoria por la radio de la copla de Juanito Valderrama 'Mi primera Comunión', y el pago en la emisora de un duro. Después del acto religioso, a la Plaza de Abastos, aquel puestos de churros de la 'Guapa', qué rico y qué limpieza, y un chocolate en 'La Alhambra y la foto en Segundo y Rosita.

Lo que no se podía olvidar era la visita a los familiares para que vieran vestidos de comunión al niño o la niña, darles su recordatorio, y, a cambio, ese billetito que venía muy bien para los gastillos extraordinarios que se habían originado. Había quien al niño o la niña la vestían algún día más para aprovechar a los viejos vecinos y amigos por aquello de hacer más caja. Ya, al día siguiente, muchos colegios tenían por norma que fueran todos los niños vestidos de comunión para hacer la foto de rigor en el patio, al mismo tiempo que se les obsequiaban con un desayuno y, por supuesto, no había clase.

Hay una cosa que me gustaría reseñar es que, una vez que se hace la Comunión y se celebra el banquete y se dan los regalos, muchos niños vuelven poco a la Iglesia, y no quiero que esto lo vean como una crítica ya que todo el mundo tiene derecho hacer lo que le venga en ganas con sus creencias.