Engañosa placidez
Las luchas por la hegemonía del nacionalismo vasco son más apremiantes que recuperar Ajuria Enea
Actualizado:El final de la era Ibarretxe, ha calmado tanto las aguas de Euskadi que lo que antaño era un temporal inclemente ahora parece un plácido oasis. Un oasis bajo cuya superficie, sin embargo, se gestan impenetrables y entrelazadas batallas políticas de cuyo desenlace depende no sólo el rumbo de la más convulsa comunidad española sino el albur de funcionarios, jueces, políticos, empresarios, profesores. Lo que se llama coloquialmente el tejido social.
La atomización nacionalista y la eventualidad de una implosión del mundo 'abertzale' han hecho posible la conjunción de dos fuerzas constitucionalistas pero profundamente refractarias cuyo porvenir depende, en buena parte, de que se mantenga la disgregación de los adversarios. Sobre todo porque en sus respectivos caladeros electorales falta masa crítica que acompañe el proyecto.
El cambio constitucionalista parece más una apuesta personal de Patxi López y Basagoiti (con Rodolfo Ares de aparejador en jefe) que un reto cívico y democrático de la sociedad vasca diferenciada, por no decir marginada, años y años. Pero a la vista de los indicios que emergen de las oficinas de estrategia, las pugnas por la hegemonía dentro del mundo nacionalista son -por ahora- más fuertes o más apremiantes que la tentación de gestar una nueva alianza para recuperar Ajuria Enea.
La presunta pero verosímil sugerencia de un asociado al entorno etarra para que el brazo armado maquinase un atentado contra Iñigo Urkullu, máximo 'jelkide' del PNV, es la plasmación más extrema del odio familiar. Pero que Ramón Labayen antiguo consejero de Cultura del PNV, y alcalde de San Sebastián también con el partido de Sabino Arana, confluyese en la misma marcha el día de Aberri Eguna con Tasio Erkicia, con Rufi Etxeberría y con Jone Goiricielaia que no necesitan presentación, no merece pasar desapercibido como síntoma del cisma interno del nacionalismo en sus diferentes tribus. Luego está Arnaldo Otegi. Quien ha escuchado sus confidencias repite sus lamentos. No tiene dinero para pagar los abogados, ni la hipoteca, ni el colegio de los niños Y por lo que se dice, sus jefes le han perdido la confianza. Hasta la artificial Nafarroa Bai, que sostiene con alfileres a Uxue Barkos, hace aguas; por no hablar del milagro de los panes y los peces en una menguante y a la greña Eusko Alkartasuna.Y, entre tanto, el PNV sigue sin despejar las dudas sobre su ineludible 'aggiornamiento' porque los jóvenes dirigentes quieren estar en la procesión (victimismo) y repicando (partido de orden).
Con todo, antes de las municipales cuajarán algunas alianzas nacionalistas y la placidez política que adormece a los constitucionalistas puede saltar por los aires.