Detención de Antonio Izquierdo. / Archivo
en badajoz

Se ahorca en prisión el último de los hermanos Izquierdo

Antonio, de 73 años, uno de los asesinos de la matanza de Puerto Hurraco, utilizó trozos de sábana anudados para quitarse la vida en el módulo de enfermería

BADAJOZ Actualizado: Guardar
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Antonio Izquierdo, el único que quedaba vivo de los hermanos que el 26 de agosto de 1990 acabaron a tiros con la vida de nueve personas e hirieron a otras seis en Puerto Hurraco, se ha ahorcado en la madrugada de ayer en la prisión de Badajoz. El suceso ocurrió en el módulo de enfermería, donde permanecía el interno desde que su estado de salud aconsejó trasladarlo allí. Con 73 años de edad, Antonio Izquierdo se encontraba relativamente bien, salía al patio a diario y hacía vida normal, aunque no se relacionaba con otros internos y sólo hablaba con los funcionarios lo imprescindible.

Fuentes penitenciarias han confirmado que la muerte debió producirse entre la una y las dos de la madrugada, puesto que las rondas por las celdas se realizan cada hora. Fue a las 2.00 horas cuando un funcionario se percató de que el interno se había colgado utilizando trozos de sábana anudados. Su escasa estatura -medía alrededor de 1,65- le permitió colgarse de la reja de la ventana. Rápidamente fue llamado el médico de la prisión, pero sólo pudo confirmar su muerte.

Antonio Izquierdo ingresó en la cárcel de Badajoz tras la matanza de Puerto Hurraco para cumplir una pena real de 25 años. Sólo le quedaban cinco, pero su comportamiento en prisión desaconsejaba el tercer grado, por lo que era probable que hubiese cumplido la pena íntegra. Una de las hipótesis que se baraja es que Antonio Izquierdo quisiera acabar con su vida porque tendría que pasar varios años más en prisión por la llamada 'doctrina Parot', que es el nombre con el que se conoce la sentencia del Tribunal Supremo de España del 28 de febrero de 2006 por la cual la reducción de penas por beneficios penitenciarios (trabajo, estudios,...) se aplica respecto de cada una de ellas individualmente y no sobre el máximo legal permitido de permanencia en prisión.

344 años de cárcel

Antonio Izquierdo, al igual que su hermano Emilio -fallecido de muerte natural en la cárcel de Badajoz y enterrado en el cementerio de Mérida el 15 de diciembre de 2006- fueron procesados y condenados a una pena de 344 años de cárcel cada uno. En principio fueron internados en la prisión de Badajoz, pero el rechazo por parte del resto de penados aconsejó trasladarles a Córdoba, desde donde a su vez en 1994 se les envió a la cárcel de Almería y nuevamente, a petición propia, fueron devueltos a la de Badajoz.

Por todos los centros penitenciarios por donde han pasado han resultado incómodos, y las autoridades carcelarias han procurado, para evitar conflictos, quitárselos de encima. A ambos hermanos se les definía como de personalidad muy primitiva y violenta, taciturnos y muy unidos. Desconfiados de los demás, acaban por no aguantar el trato con otros internos, ni éstos con ellos.

La última vez que Antonio Izquierdo salió de la cárcel fue el 15 de diciembre de 2006 para asistir al entierro de su hermano Emilio (no asistió al sepelio de sus hermanas, fallecidas el año anterior). Acudió al camposanto esposado, mal vestido, cojeando y con un gran esparadrapo protegiendo su oreja izquierda del roce de la patilla de las gafas, y allí dejó claro cuál era el sentido de la vida de los cuatro hermanos, el sentido que les llevó a la cárcel y al Psiquiátrico y a ir muriendo uno a uno en soledad: vengarse del pueblo de Puerto Hurraco por la muerte de su madre en un incendio. Chaqueta gris de corte antiguo, camisa a cuadros, pantalones oscuros y mocasines veraniegos de color azul, Antonio Izquierdo caminó dificultosamente y con una leve cojera hasta el nicho y el ataúd con el cuerpo de su hermano Emilio, ante el cual inesperadamente pronunció su despedida, más otras palabras sobre la justicia que resultaron ininteligibles: "Hermano, te vas al cielo con 74 años pero te vas con la satisfacción de que la muerte de tu madre ha sido vengada".

La locura de las hermanas

También reposan en el cementerio de Mérida sus hermanas Luciana Izquierdo (77 años) muerta en enero de 2005, y Ángela (64) en noviembre del mismo año tras 15 años internadas ambas en el hospital Psiquiátrico de Mérida. Las hermanas fueron absueltas de toda culpa en el juicio, pero por consejo de los médicos psiquiatras, y por decisión del juez, quedaron internadas en el Hospital Psiquiátrico de Mérida, en el que fallecieron. Los médicos les diagnosticaron un proceso paranoide, un trastorno delirante compartido y relacionado con la venganza por la muerte de su madre, que murió dentro de una casa en llamas y de lo que culpan a Antonio Cabanillas, algo que nunca se ha podido demostrar.

Tampoco eran Luciana y Ángela Izquierdo precisamente sociables. Apenas hablaron con nadie en los años en los que estuvieron internadas, y en continuidad con la vida que llevaban los cuatro hermanos solteros, los dos varones y ellas, compartiendo vida en una casa, "estuvieron muy encerradas en sí mismas". Su trastorno se volvió crónico y no progresaron.

Luciana y Ángela llevaron en el psiquiátrico una vida apacible, conviviendo sin problemas dentro de un pabellón de crónicos con otras enfermas, y pasaban sus días sentadas, paseando o viendo la televisión. Tanto los hermanos como las hermanas Izquierdo estuvieron durante toda su vida dándole vueltas a la muerte de su madre y a la necesidad de vengarla, en una obsesión que centraron en Antonio Cabanillas de la que no se escapa el resto del pueblo de Puerto Hurraco.