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Clegg siembra el pánico en sus rivales
El ascenso del liberal dibuja un nuevo escenario en los comicios británicosLa ventaja inicial ha dejado de ser una sorpresa y la histórica tercera fuerza piensa ya en alcanzar el Gobierno
LONDRES. Actualizado: GuardarLa revolución ha estallado en un próspero vecindario de Londres. Altos ejecutivos y madres con buenos sueldos se rebelan contra el Gobierno y las autoridades locales en Chelsea Marina, junto al Támesis. Se atrincheran en su elitista complejo residencial y resisten con fuerza e ingenio la acción de la Policía en la novela de J. G. Ballard 'Millenium People' (Milenio Negro). Otra sorprendente revuelta, aunque sin la violencia descrita por el visionario autor, se ha gestado en la margen opuesta del río, en el barrio de Putney. Allí reside Nick Clegg, líder del partido Liberal Demócrata e inesperada estrella de la campaña electoral británica. La tercera fuerza política acapara la atención en la carrera hacia las urnas, retando la tradición de Reino Unido de alternancia del Ejecutivo entre conservadores y laboristas.
El fulminante ascenso de Clegg en los sondeos de opinión ha sembrado el pánico en sus rivales políticos. Por primera vez en más de una década, no hay un candidato partido favorito a ocupar Downing Street con una clara mayoría al día siguiente de los comicios generales del próximo 6 de mayo. David Cameron, jefe de los conservadores, perdió ya la ventaja indiscutible que mantenía desde hace un par de años. Sucedió el pasado día 15 durante el primer debate televisado de los principales candidatos: Cameron, Clegg y el actual primer ministro, el laborista Gordon Brown. El líder 'lib-dem' ganó con soltura el pulso contra sus rivales en una contienda en un estudio de televisión nunca antes ensayada en la historia electoral de Reino Unido. Diez millones de personas siguieron la emisión en directo y su secuela aún hace estragos.
Clegg disfruta desde entonces de cotas inusitadas de popularidad. Una encuesta del dominical 'The Sunday Times' le adjudicó el 72% del apoyo popular, dando pie a comparaciones en prensa con Churchill, Obama e incluso el Che Guevara. Su partido dio un salto de hasta doce puntos en la intención de voto y no hay indicios de que la insólita confianza del electorado en la tercera fuerza política vaya a decaer en los próximos días.
Un muestreo efectuado en la noche del jueves, cuando se celebró el segundo de los tres debates previstos en la campaña, sitúa a los 'lib-dem' en cabeza con el 36% de los votos, seguidos a corta distancia por los 'tories', con el 35%, y los laboristas en tercera posición, con el 24%. Sondeos anteriores también marcaban en un punto la distancia entre conservadores y liberales, aunque con Cameron por delante. «La campaña está muy viva. Es pronto todavía, pero la gente comienza a creer que las cosas pueden ser distintas. Se está dando cuenta de que esta vez su voto sí contará», dijo Clegg esta semana en un encuentro con la prensa internacional.
Comodín
Si las proyecciones de los sondeos se confirman en las urnas, no habrá un Gobierno de mayoría en la próxima legislatura. Los 'lib-dem' serán entonces el comodín en una coalición con el partido que más diputados coseche. Tras trece años en el poder y con un impopular primer ministro, los laboristas caminaban hacia el descalabro electoral y han encontrado una válvula de escape en el despegue de Clegg. «Estoy de acuerdo con Nick», repitió Brown una decena de veces en el primer debate de televisión para destacar puntos comunes en sus respectivos programas políticos. Miembros de su equipo promocionan incluso el voto táctico a favor de los liberales demócratas y en contra de los conservadores en circunscripciones sin posibilidades de victoria para los laboristas. Debido al sistema electoral mayoritario que rige en las generales, puede darse la anomalía de que los laboristas obtengan el mayor número de escaños y un mínimo de votos, pero retornen al poder en alianza con liberales demócratas.
Clegg adquirió una visibilidad en los debates que le niegan por tradición los medios de comunicación. Arrinconó a los laboristas a una tercera posición en los sondeos y se apropió del lema renovador que preside la campaña conservadora. Los británicos tienen ganas de cambio, pero el líder 'lib-dem' ha arrebatado a Cameron el estandarte del cambio genuino. Un Gobierno de coalición con un programa de reformas es la única vía, según defiende Clegg, para terminar «con el viejo duopolio» entre laboristas y conservadores.