RAÚL, UN EJEMPLO

Hacía mucho tiempo que Raúl González Blanco no comparecía ante los medios de comunicación para explicar cómo se siente en la difícil situación que le está tocando vivir este año. Difícil porque a un profesional ganador como él no le gusta ni perder ni sentirse relegado después de haber experimentado las mieles del éxito. Dicen que lo difícil no es llegar, sino mantenerse.y soportar la caída, que, tarde o temprano, siempre acaba llegando. Y Raúl está demostrando que, como en sus buenos tiempos sobre el césped, es un maestro haciendo fácil lo más difícil.

Se situó en el epicentro del mundo futbolístico con apenas 17 años y ha tenido que pasar por un proceso de madurez personal en el que todo el mundo se ha sentido con derecho a opinar sobre todas y cada una de las decisiones que ha ido tomando a lo largo de su vida. Que sí, que muchos opinarán que su estratosférico sueldo, al que la mayoría de ustedes y yo nos costaría incalculables vidas alcanzar, bien merece tal 'sacrificio', pero la realidad es que ni él ni el resto de futbolistas (algunos más que otros, la verdad), tienen la culpa de haber caído de pie en una de las industrias más poderosas del planeta.

La diferencia entre Raúl González y la mayoría de sus compañeros que juegan en el Real Madrid es que él sí ha sido un ejemplo de saber estar en casi todas las circunstancias que le ha tocado vivir.

En las alegrías y en las penas; en la salud y en la enfermedad; en la riqueza y en la pobreza (deportiva, se entiende); y hasta que el contrato que les une les separe. Un matrimonio en toda regla que, al parecer, el siete blanco está dispuesto a que se rompa a final de la presente temporada por el bien de lo que siempre ha defendido desde que debutó en el club de la Castellana: el grupo.