Sintonía educativa
Gobierno y oposición deben llegar a un amplio acuerdo aunque no haya Pacto de Estado
Actualizado:La propuesta para un gran acuerdo educativo presentada ayer por el ministro Ángel Gabilondo al consejo escolar, a las comunidades autónomas y a las formaciones parlamentarias con sus respectivos anexos, no despierta la unanimidad que requeriría un Pacto de Estado. El hecho de que el propio Gobierno haya renunciado a condicionar su aprobación final a la conformación de una mayoría cualificada en el Congreso así lo atestigua. Pero es indudable que supone un avance trascendental de cara al desarrollo de una política educativa compartida en aspectos esenciales por las instituciones competentes en la materia. El acierto de Gabilondo ha sido superar la absurda dialéctica del todo o nada que había convertido el debate educativo en terreno propicio para la disputa ideológica entre socialistas y populares. A la espera de que dentro de dos semanas sus interlocutores formalicen su respuesta, parece claro que el resultado final puede y debe ir más allá de un listado de coincidencias puntuales. El gran reto al que se enfrenta la educación en España es el de su calidad y su eficiencia en la etapa obligatoria -especialmente respecto al preocupante índice de fracaso escolar que presenta nuestro país- y el de su prolongación generalizada como mínimo hasta los 18 años. Buena parte del éxito en este terreno depende de la implicación activa de las familias en el empeño educativo y de la dignificación social de la tarea docente en cuanto a su autoridad académica y moral. Tanto las medidas apuntadas para una detección precoz de las dificultades de aprendizaje, para una ramificación eficaz e integradora de los itinerarios previstos en la enseñanza obligatoria, o a la hora de abrir la posibilidad de que el bachillerato pase a ocupar tres cursos, permiten y emplazan a un amplio acuerdo dentro de la comunidad educativa y a nivel político. Los avances que se den en este terreno, más que obstaculizar, deberían favorecer el acercamiento entre el Gobierno y el Partido Popular en otras cuestiones como la de garantizar que al final de la etapa obligatoria todo el alumnado sea capaz de comunicarse correctamente en castellano, o la de favorecer realmente la libre elección de centro. Es de esperar que el pulso partidario entre socialistas y populares no dificulte el máximo entendimiento.